El que es panzón aunque lo fajen

Por Chilo Cervantes

26 / Septiembre / 2014

Tras rebajar quince kilos de peso, murió en Tepic otro ilustre banquero que no soportó el violento cambio en su organismo. Él era, como muchos más, ocupante cotidiano de las bancas del jardín principal de Tepic, donde las charlas se vuelven amenas e informativas. Los que saben de la muerte de don José, relatan que él dejó de comer como ordinariamente lo hacía para someterse a una dieta rigurosa para rebajar. Alguien nos dijo que perder peso no es sólo para sacarle maíz al costal. Tampoco se puede comparar un organismo joven con un organismo viejo que ya no resiste cambios bruscos.

Buen platicador, de pronto don José se volvió triste y taciturno y cada vez hablaba menos, Le decían sus amigos: Ánimo Güero, ánimo, pero él carecía de fuerzas hasta para sonreír. Los organismos humanos son casi todos de una perfección asombrosa, casi un milagro del Creador multiplicado por millones, pero a medida que pasa el tiempo perdemos fuerza, agilidad, capacidad para discernir con la eficiencia de la juventud. El hombre que va entrando en años es menos animoso aunque conserve hasta el fin su capacidad de disfrutar del buen humor y hasta sentirse feliz.

Los organismos se van desgastando como el jabón mientras se usa. Avanza en la vida de la fuerza a la debilidad, si bien piensa con menos acierto de joven y los años lo vuelven prudente y seguro en sus razonamientos. El organismo humano tiene que cuidarse para resistir el proceso de su existencia. No se le pueden agregar kilos o quitar hojas sin el debido cuidado como a las sartas de tabaco. Son más de la cantidad que la gente imagina las personas muertas por haber dejado de comer para adelgazar. Tal vez de ello no haya registros, apuntes, estadísticas.

A los banqueros que ocupan las bancas del jardín principal les parece que Lucha Villa se salvó por un pelito y que ya nunca querrá perder peso drásticamente. La vida es muy bonita delgada o gordita. Por un momento pude haberlos confundido al hablarles de los banqueros. Estos no son saca dólares ni ratotas al estilo de Roberto Cabal Peniche; tampoco son los que van a jinetear las inmensas cantidades de dinero propiedad de los trabajadores. El gasto de millones de pesos en propaganda constante desde hace meses indica que el fraude de las afores es de grandes, grandísimas dimensiones.

No, estos banqueros que pasean y descansan frente a la catedral de Tepic y frente a la presidencia municipal ahora convertida en mercado, son gente de vida plácida y tranquila. Ya no tienen la fortaleza y el vigor de los años mozos aunque algunos hayan movido la fragua en la herrería o laborando en grandes máquinas excavadoras en su juventud. Cuántos habrán dejado las aulas de las escuelas después de treinta o cuarenta años de servicio. No faltan los que están a punto de regresar a los campos de cultivo a preparar las tierras para el tabaco y los jitomates. Otros no volverán a las oficinas postales porque ya se jubilaron. Estos banqueros no son dueños o administradores de instituciones bancarias, son grupos de personas que ocupan las bancas y que no son dueños de grandes riquezas. Son personas modestas muy dignas y estimables. Son paseantes que ya dejaron un tanto lejos sus tiempos de trabajo. Ahora andan preocupados por su amigo el que recientemente ha muerto. ¡Pobrecito!, dicen de él. Mejor trataremos de adelgazar caminando para poder seguir discutiendo los problemas mundiales desde estas bancas y con este clima que ya quisieran los costeños.
(Cel. 311 230 92 30)