REDESCUBRIENDO: La Cultura del Ahorro en Sociedades Consumistas.

Por: José Miguel Cuevas Delgadillo

28 / Octubre / 2014

Por siglos, el pueblo hebreo se ha caracterizado por saber administrar sus recursos. Sin duda, hoy por hoy siguen a la vanguardia en cuestiones económicas. Son conocidos por su talento para producir ingresos mayúsculos, además de ser industriosos, trabajadores y esforzados. La sabiduría práctica y el conocimiento de la vida cotidiana en el campo de la administración de los bienes que ha poseído el pueblo judío, data desde los tiempos del rey Salomón. En uno de sus escritos, el sabio rey describe con gran precisión las tareas preventivas de un grupo de insectos: Ve a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos y sé sabio; la cual no teniendo capitán, ni gobernador, ni señor, prepara en el verano su comida, y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento.

La previsión de la hormiga es evidente. La sabiduría antigua y moderna del pueblo judío incluye está virtud cuando se trata de asuntos económicos. Así, el nuevo gobernador-administrador de Egipto, el reino más poderoso de la época, aplica este principio para revertir los efectos contrarios a la escasez:

Era José de treinta años cuando fue presentado delante de Faraón rey de Egipto; y salió José de delante de Faraón, y recorrió toda la tierra de Egipto. En aquellos siete años de abundancia la tierra produjo a montones. Y él reunió todo el alimento de los siete años de abundancia que hubo en la tierra de Egipto, y guardó alimento en las ciudades, poniendo en cada ciudad el alimento del campo de sus alrededores. Recogió José trigo como arena del mar, mucho en extremo, hasta no poderse contar, porque no tenía número. En el pasaje anterior se establece con claridad la aplicación del principio más eficaz para la administración inteligente: la previsión, esto es, la acción de anticiparnos a los acontecimientos desastrosos para evitar que la tragedia sea mayor; llamado también plan de contingencia. Queda claro que José se previno y se anticipó a las circunstancias para soportar la hambruna que afectaría a todo el mundo conocido de aquella época. Es importante afirmar que José y sus colaboradores sabían de antemano la crisis que se venía. Por ello, tuvieron la oportunidad de administrar los recursos existentes y multiplicarlos, para evitar el descontento social provocado por la escasez de alimentos. La crisis que sufrió el reino egipcio fue de alimentos, la crisis que sufrimos en la actualidad es económica. ¿Qué hacer entonces ante la eminente escasez económica y de empleos que experimentamos en la actualidad? Acumular la mayor cantidad de dinero posible, en otras palabras, saber ahorrar y cuidar lo que tenemos.
Con el conocimiento anticipado de las circunstancias críticas no debemos ser distraídos ni subestimar los estudios al respecto, debemos; por lo tanto, acumular la mayor cantidad de dinero posible, ahorrar lo más que podamos. No sólo hay que acumular dinero, sino también administrar nuestros bienes con inteligencia y sentido común. Muchas personas están acostumbradas a vivir con esplendidez y sin carencias, lo que les dificulta sobrellevar las complicaciones traídas por el desempleo. Pero la escasez económica no siempre origina desilusiones, también genera nuevas oportunidades. No tengo duda que la actual crisis económica servirá para aprender y llevar a la acción la virtud más olvidada en el presente siglo: la austeridad. Desgraciadamente, debemos padecer crisis y restricciones para cuidar nuestro dinero y nuestros bienes. En este sentido, la persona que no esté dispuesta sufrir austeridad en mayor o menor medida, según sus posibilidades monetarias, cargará la loza más pesada. No pretendo santificar la pobreza y exaltar la carencia, por el contrario, mi propuesta es la sabia administración de lo mucho o poco que tengamos. La sabiduría práctica del pueblo judío estima que no es prudente la acumulación indiscriminada de dinero. Sin embargo, cuando se trata de prevenir situaciones de escasez y carencia económica nos aconseja ahorrar, y no sólo lo recomienda, es imperativo: nos ordena. Lo vimos en el ejemplo base que utilizamos al inicio: José evitó una catástrofe social gracias a la acumulación de suficiente alimento. Aprendamos de la historia, de la experiencia de otros, de los que históricamente han demostrado una gran capacidad administrativa; aprendamos de ellos, aprendamos de los judíos. Hasta la próxima. Terapeuta Familiar y Conferencista. Consultas Celular 311 136 89 86.