NUMINOR: VIVIR FUERA DEL PRESUPUESTO

Por Agustín Almanza Aguilar

23 / Abril / 2015

Las campañas político-electoreras nomás no despuntan, se vé, se siente y palpa demasiada indiferencia a ellas por parte de la gente, del pueblo. Y es que ya no se cree en absoluto en las promesas de los candidatos, sean del partido que sean. Además de que la corrupción, la impunidad, la complicidad, el cinismo, la egolatría, la vanidad y la soberbia, han hecho mella en la ya lacerante herida ancestral de la buena fé de los votantes. En el ámbito político sale pues por donde se le toque, ya que casi todo huele a podredumbre y putrefacción. ¡Es la realidad! La hipocresía se ha apoderado de aquella noble actividad, como lo era la verdadera política.

El importamadrismo en pleno. Y lo que más ofende a la gente es que esos candidatos (que se creen simpáticos y agradables y se engañan a ellos mismos con sus propias –y nefastas- mentiras) ven cara de p e imbéciles a los electores, no a los barberos, arrastrados y arribistas; es decir, a la gente pobre y humilde, ignorante y hambrienta, como siempre lo han hecho. Aunque se observa el fenómeno de rechazo general –el peligro de levantamientos violentos- ante lo que, se dice, es ya una dictadura imperial en el país, ante una democracia pisoteada y una constitución violada. La mentira como instrumento de poder.

¿Se puede llegar a ser tan incauto y cándido ara creer que esos pretendientes de la curul federal realmente se sacrificarán como mártires por el bienestar del pueblo? Sin embargo hay gente que les creen, siempre con la ilusión de la esperanza de ahora sí cambien las cosas, ante las machacadas frases de los ‘payasos’ (con todo respeto para ellos) en turno, como la del ¡Llegó la hora!, como si fuera oferta/ganga de tienda de autoservicio. Son falsos redentores.

Sobre el mismo sendero de la ignominia, una nota de la agencia ‘Reforma’, redactada por la periodista Claudia Salazar, nos informa lo siguiente: diputados federales, en menos de una año, gastan a discreción $1,193’000,000.00. De ese monto, 311 millones fueron de ‘subvenciones extraordinarias’, de acuerdo con los informes oficiales de las fracciones parlamentarias. La Auditoría Superior de la Federación reportó en febrero pasado que los legisladores mantienen su negativa de abrir sus cuentas y estados financieros para ser fiscalizados. Son ¡Mil 193 millones de pesos!... Y la ciudadanía permanece sin conocer el destino exacto del monto total, y las auditorías de la Contraloría Interna de San Lázaro permanecen en secrecía y solo las conocen los coordinadores parlamentarios. Esa opacidad en el Poder Legislativo se dá justo en el año en que el Presidente Enrique Peña encabeza la Alianza para el Gobierno Abierto de la ONU, y que tiene como objetivo la promoción de la transparencia, la lucha contra la corrupción y el empoderamiento de la ciudadanía, apunta Claudia Salazar y ¡pura ‘discrecionalidad’ ¡Ah, eso de vivir fuera del presupuesto!

Por otra parte, a pesar de lo que afirma el demagogo diputado local y presidente de la Comisión de Salud del Congreso, Benigno –así se equivocaron en el nombre, que debió ser el factor opuesto- Ramírez Espinoza, sobre qué, y ya que todos somos humanos (¡?), no existe desabasto de medicamentos en el Estado, ni debería haberlo, sobre todo a los pacientes con enfermedades crónico-degenerativas, cuando la realidad es otra: en el Seguro Popular sí que lo hay, ya desde hace meses. Ese tipo que afirmó conocer el tema –ya que vengo del Sector Salud- ignora esa cruel situación, y no se ha dignado en comprobar personalmente ese vía crucis de los enfermos, a pesar de que todos somos humanos (Pero no ganamos igual)

Otra periodista, Lilia Arellano, nos revela que el ‘saqueo a las arcas públicas’ continúa, y se refiere al Seguro Popular donde se dá un desvío del presupuesto criminalmente corrupto: cuatro mil millones de pesos fueron desviados por los gobiernos estatales y que estaban destinados al Seguro Popular, y de allí la falta de medicamentos (‘Gente&Poder’, viernes 20 de febrero de 2015, pág. 2).
Aquí le dejamos. Pero eso sí: hay que votar, y no anular la boleta ni dejarla en blanco. Seamos responsables. Aunque el Presidente de la Nación y la figura del fuero continúen intocables

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