CON PRECAUCIÓN: Días nefastos

Por Sergio Mejía Cano

06 / Octubre / 2015

Ya empiezan a surgir voces que dicen que las nuevas generaciones poco saben de lo que pasó en Tlatelolco aquél 2 de octubre de 1968(no se olvida); sin embargo, es probable que ahora se sepa más de lo que se informó y afirmó los días posteriores a esos repugnantes hechos, debido a que ya se han desclasificado archivos en los Estados Unidos que han descubierto un poco más el velo del misterio de lo que ocurrió aquel nefasto día.

Obviamente que información veraz y efectiva jamás ha llegado de bien a bien a la población, sino que por medio de investigaciones, serias unas, desvirtuadas otras, datos de testigos oculares; de sobrevivientes que estuvieron en medio de la balacera y que son los que han desmentido de inmediato la cifra de muertos oficial que marca no más de 40 personas caídas, y que afirman que fueron muchos más entre mujeres, niños, ancianos y desde luego, estudiantes, obreros y pueblo en general.

Y es un día que jamás se olvidará, y menos, por estar ahora tan cerca otra fecha también muy significativa: los 43 estudiantes normalistas desaparecidos de Ayotzinapa. Quienes le apuestan a que poco a poco se irán diluyendo estas fechas ya históricas, no toman en cuenta que por tradición se ha ido pasando de boca en boca de padres a hijos lo que vivieron. Desde luego que habrá tergiversaciones, pero no a propósito, sino por el romanticismo que le añada cada persona que cuente, a su modo, los hechos a sus descendientes. Será como en la historia oficial, que se le da una entonación a modo para hacerla más atractiva y por ende resaltar a los próceres históricos; pero habrá quien se apegue más a los hechos reales de aquella época; como los familiares de los caídos, tanto de 1968 como ahora los normalistas que desaparecieron el 26 de septiembre de 2014, cuyos padres se ve que no descansarán hasta llegar a algo concreto y congruente y no a verdades históricas que se emiten nada más para salir del paso. Estos padres de familia y sus descendientes es muy probable que sigan en la lucha por esclarecer la verdad de lo que les ocurrió a sus hijos, igual como ha sucedido con los familiares de los caídos en el 68 y, desde luego también aquél fatídico día del 10 de junio de 1971, un jueves de Corpus, en donde de nuevo fueron masacrados infinidad de estudiantes.
Si en el 68 el entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz se creyó el cuento de que todo obedecía a una conjura del comunismo internacional, ahora se sabe, gracias a la desclasificación de documentos en Washington, de que la CIA se enteró casi de inmediato que ningún grupo comunista estaba integrado al movimiento; que hubiera pensadores de izquierda y afines a las ideas comunistas, eso sí, pero eran intelectuales, maestros y personas de todo tipo, de nacionalidad mexicana todos; y que todo se debía a un movimiento estudiantil que se le salió de las manos al mismo gobierno que, como se dice, se asustó de la potencia que tomó en tan pocos días, y esto aunado a que ya tenía tiempo en que no se habían generado protestas tan numerosas desde los años 50 con los médicos y ferrocarrileros. Además de que hechos similares estaban ocurriendo en Francia.

Tal vez si haya entre las nuevas generaciones jóvenes que digan al respecto que esto ni les va ni les viene, pero también habrá jovencitos ávidos de enterarse de lo que pasó no nada más en aquel entonces, sino en nuestro país a través de los años desde su creación o más allá.

Y si alguna duda queda entre estos nuevos jóvenes interesados en la historia de nuestro país, en mucho contribuye el que crean que mucho tuvieron que ver las fuerzas del orden de aquél entonces, los abusos de autoridad que ha sufrido gente inocente que es apresada por supuestamente haber estado en los disturbios que genera gente encapuchada, llamada anárquica que aprovechan la mayoría de las marchas de protesta para hacer desmanes que desde luego se entiende que quienes protestan pacíficamente nada tienen que ver con esos encapuchados que agreden lo que se les pone enfrente haciendo que infinidad de comerciantes y gente que no está involucrada con ellos lleve las de perder; y de ahí las quejas para que se haga algo para impedir dichas marchas.

A quien menos le conviene hacer desmanes o agredir a la ciudadanía es precisamente a los dolientes, a quienes pretenden se abra el libro de la verdad o como ahora a los padres de los 43 normalistas que les conviene más tener a la ciudadanía de su parte que en contra. Por lo que esos encapuchados podrían obedecer a algo más oscuro.