REDESCUBRIENDO: La Mente y los Pensamientos Negativos.

Por: José Miguel Cuevas Delgadillo

06 / Octubre / 2015

Para cuidar nuestra mente es importante limitar el alcance del impacto de una adversidad. Por ejemplo, cuando se te descompone el automóvil, no debe causar una discusión tensa en la oficina o una disputa en tu matrimonio, hay que evitar al máximo que las adversidades en determinada esfera de la vida contaminen a otros ámbitos de tu vida: como la familia, el trabajo o la escuela. También debemos limitar la duración del daño que cause la adversidad. Hay personas que les molesta el hecho de que el camión urbano no se detenga en el momento que se le solicita la parada, su molestia les puede durar más allá del día ordinario, mientras que otras, a los cinco minutos del incidente ya están pensando y haciendo algo distinto. Se debe limitar al máximo, en la medida que la magnitud de la adversidad lo permita, la permanencia en la memoria del incidente desagradable. No es el estrés lo que enferma a una persona, sino la postura con la que enfrenta una situación difícil y la manera en qué la combate; quien sostiene un control sobre su existencia tiene más probabilidades de sentirse bien que aquel individuo que le permite a la vida llevarlo de un lado a otro.

Un error común es pensar que las situaciones se van a solucionar sin nuestra intervención y lo cierto es que no hay que quedarse paralizado, inactivo y atemorizado. Los miedos se resuelven cuando uno los enfrenta. Es importante que puedas contarle a un amigo de confianza, o en su caso con un terapeuta u orientador, ese problema que te preocupa; pero debe ser alguien de confianza, pues acercarte a una persona equivocada te puede perjudicar. Es muy importante hablar con la verdad para poder tener una evaluación de la situación certera. Con miedo no podrás resolver el problema, por ejemplo, tienes un dolor de pecho y crees que puede ser cáncer de seno; con lamentaciones no lo arreglarás, tienes que acudir a un médico. Si en tu matrimonio tuviste un problema, actúa y hagan un plan para resolver aquello que aqueja a ambos. Cuando tienes un plan te sientes más en control y menos vulnerable. Si tienes un hijo problemático, enfréntalo y habla con él. El psicólogo Edward Holloway dice que las preocupaciones son como cargar un peso extra en la espalda, se refiere a la tensión del cuello, por eso es importante que te liberes de esa preocupación, expresándote. Si ves que no puedes controlar tus preocupaciones a pesar del esfuerzo o si experimentas otros síntomas relacionados, como falta de aire o sensación de desastre inevitable, acude con tu médico de cabecera o con un terapeuta. Estas preocupaciones pueden ser síntomas de una depresión. Trata de evitar que las preocupaciones te manejen y deterioren tu comportamiento, originando problemas físicos, estrés, tensiones que pueden causar serios problemas de salud, así como de comportamiento. Ocúpate en manejar eficientemente tus emociones, es importante darte cuenta de la manera en que estás actuando al perder tu equilibrio emocional; entonces podrás evitar ser víctima de tus preocupaciones. Pero ¿qué pasa si tú, a pesar de haber recibido resultados más que satisfactorios acudiendo al terapeuta y haciendo todo lo posible para cuidarte, no te sientes del todo bien? ¿Cuál es la razón? Podrías estar descuidando las necesidades de uno de los componentes más importantes de tu salud: tu mente. Hasta la próxima. Orientador Familiar y Conferencista. Consultas Celular 311 136 89 86.