CON PRECAUCIÓN: Pobres políticos pobres

Por Sergio Mejía Cano

23 / Noviembre / 2015

Es muy común que el populacho diga que a un político le hizo justicia la Revolución cuando ve que su vida cambió radicalmente al dejar de vivir en el error, es decir, al entrar a formar parte de vivir del presupuesto. Desde luego que ningún ciudadano común se atrevería a acusar de que se investigara a determinado político o funcionario, porque no habría manera de probarlo ni aun acudiendo al Instituto Nacional de Transparencia e Información Pública o algo así; por lo que lo único que hace cualquier ciudadano es comentar y señalar cómo vivía antes una persona que ingresó a la política, y cómo vive después. Y nada más.

No hay acusaciones sino únicamente señalamientos de los que precisamente las pruebas las presentan muchas de las veces los mismos neo políticos al ostentar en público joyas de alto valor, vehículos o al cambiar de domicilio y que después ya no le hablan a sus antiguos vecinos y ni sus hijos a sus amigos del antiguo barrio.

Por lo mismo será muy difícil que se erradique del colectivo común de mucha gente el pensamiento de que algunas personas desean ingresar a la política para cambiar de vida y no para funcionar en beneficio de la población. Es un pensamiento común al que le han dado pie a esta forma de pensar de gran parte de la ciudadanía el cómo cambió la situación económica de don Miguel Alemán Valdez al término de su mandato, de quien se ocupó hasta la prensa extranjera para documentar su enorme riqueza económica que supuestamente no tenía cuando joven. Lo mismo otro político que de ser profesor, se dice que llegó a vivir holgadamente los últimos días de su vida dejando una cuantiosa herencia a sus hijos: el profesor Carlos Hank González, oriundo de Atlacomulco, estado de México, a quien por cierto se le atribuye la famosa frase aquella de que Un político pobre es un pobre político; entonces, quizá de ahí que muchos de los que han tratado de seguir sus pasos no quieran ser unos pobres políticos pobres por lo que se empeñan en trabajar día y noche para hacer fortuna a base del sudor de su frente, esfuerzo y dedicación al servicio de los demás.

Y a propósito de políticos pobres, ¿acaso habrá alguno en el país? Obvio que con el salario que reciben toda clase de políticos y funcionarios no se podrían considerar pertenecientes a las líneas de la pobreza; sin embargo, muchos familiares de políticos ricos no se podrían llamar a sí mismos como ricos de abolengo; tal vez así se lleguen a considerar por ejemplo los bisnietos del expresidente Carlos Salinas de Gortari, porque don Carlos y sus hermanos no se pueden considerar que sean ricos de abolengo, ya que según los que saben, así se les denomina a los descendientes de alguien que hizo fortuna, hasta a los de quinta generación. Y esto porque según se dice, don Raúl Salinas Lozano, si bien no era un pobretón al afiliarse al PRI en 1940, tampoco era un rico y próspero ciudadano que acumulara enormes riquezas, sino posiblemente nada más perteneciente a la entonces llamada clase media alta, hoy en vías de extinción o a lo mejor ya desaparecida. Así que si don Raúl Salinas Lozano en sus años mozos no tenía lo que llegó a tener, que por supuesto tal vez no se asemeje a lo que tienen sus hijos Carlos y Raúl, todo esto ha servido para que la maledicencia de la gente se haga preguntas del cómo le hace esta gente para llegar a acumular tantas riquezas económicas, que no espirituales, porque esas se abandonan en cuanto llegan las de dinero y posesiones.

Pero el cambio de vida no nada más se nota en políticos de altos vuelos, sino hasta en niveles estatales y municipales, porque se comenta que hay personas que han sido nada más regidores de equis H. Ayuntamiento, y al término del trienio ya cambiaron de casa y modelo de vehículos, sus hijos ya no asisten a escuelas públicas sino a colegios con cuotas caras, la ropa la adquieren ahora en tiendas de gran prestigio y no en el mercado Morelos o en los tianguis; sin embargo, esto se podría explicar porque hasta los regidores reciben como sueldo más que del salario mínimo, así que bien cuidado ese salario como regidores, bien cuidado y administrado durante tres años, pues queda claro que les sirve para darse otro tipo de vida al que estaban acostumbrados. Lo malo es que si no cuidan esos ahorritos y si ya no son llamados a sacrificarse por el pueblo ocupando otros puestos en la política, pues entonces sí que es de pensarse, pero si los favorece el dedo que unge, pues qué más que bien: a seguir ahorrando para la vejez.