Cuestión: Economía en descenso; pobreza a la alza

Por: Marco Vinicio Jaime

01 / Diciembre / 2015

La discrepancia entre propias mediciones oficiales, y ya no se diga de forma por demás notoria con la realidad, continúa siendo un elemento ponderante tocante a un tema que mantiene hegemonía en la agenda político-gubernamental: La pobreza, ello, en el objetivo de dar justificación al desenvolvimiento institucional en una producción inacabada de propuestas de solución y su consecuente costo al erario, pues no son de a gratis.

El innegable decrecimiento del poder adquisitivo de las mayorías, (y para muestra el pírrico salario mínimo, la fuga de talentos, el ejército de egresados universitarios desempleados, la pobreza y pobreza extrema reconocidas por organismos nacionales e internacionales, de los que destaca la ONU, y la creciente indigencia pululante en las calles, de entre otros múltiples testimonios) ha supuesto un particular escenario de evidente desgaste del sistema vigente, donde el discurso tradicional de números y argumentos sobresaturados que apuntan a cierto bienestar colectivo del todo está muy bien en unidad, en el limitado marketing aldeano, se vuelven ininteligibles por cuanto no parecen ya entenderse ni mucho menos convencer, en su clara desvinculación con lo que viven los muchos que no pertenecen al reducido círculo que concentra la riqueza, como quizá único atractivo para la nueva clase (a)política que concentra asimismo el poder, toda vez que el adagio popular la define ampliamente: El que nada tiene y logra tener, loco se quiere volver.

Y así sucede pues, en consecuencia, lo que describió con atino en su momento el reconocido cantautor mexicano Alejandro Filio: Cuando un hombre debe más de lo que come, se entiende que entonces la teoría falló, porque aferrada y gorda la ambición respira en otra barriga, en otra mansión. Y entonces sí, entre los pocos beneficiados los índices revelan bonanza, y lo pregonan y defienden a capa y espada.
Hoy la problemática exige más que constructos numéricos preconcebidos tras un buen arreglo de concertacesión -más baratos por docena- desde un escritorio allá en el lejano Centro: adquirir los caros servicios de alquimia y vocearlos con una deficiente verticalidad comunicacional, en provincia, con el único fin quizá de: 1).-guardar apariencias, 2).- continuar usufructuando soluciones presupuestales -para beneficio exclusivo de unos cuantos: amigos, familiares y compadres, pero de austeridad mísera para la gente- y 3).- apuntalar una imagen que muy probablemente ya no tiene remedio, por la inocultable escasez de oficio, así como de la subsecuente incomprensión garrafal sobre la importancia de una adecuada política de comunicación.

De conformidad, es que cobra gran sentido el llamado urgente de respetables voces, como la del Presidente Nacional de la Liga de economistas de México, Raúl Mejía González, quien se pronunció por el uso de la política en lugar ya de la politiquería y las ocurrencias, que tanto retroceso han causado, a fin de reencausar el rumbo con oficio político y comunicacional en pro a su vez de un aprovechamiento racional y sustentable del gran potencial nato que caracteriza, en este caso a la Entidad, a fin de asegurar en definitiva bienestar y reparto justo de la riqueza; en tanto que para el Legislador local del grupo parlamentario del PAN, Javier Mercado Guerrero, urge la articulación de auténticos canales comunicacionales que den lugar a un entendimiento cabal de las necesidades colectivas y se dé verdaderas respuestas, empezando por garantizar perfiles que estén la altura de tal circunstancia.

Después de todo, la conjunción de esfuerzos en un mismo sentido, en un proyecto que parta pues de las necesidades y demandas observadas por las mayorías, de su inconformidad por el estado de cosas actual, según el líder nacional de los economistas, podrá hacer la diferencia. ¿Que clase de transformación abrupta depara? Que sea pues entonces lo mejor ya para todos.