CON PRECAUCIÓN: Pobreza en aumento

Por Sergio Mejía Cano

14 / Diciembre / 2015

Qué curioso que cuando se informa a través de los medios informativos tanto impresos como electrónicos, así como los de las ahora famosas redes sociales de que se está reduciendo la pobreza, y más la pobreza extrema, a mucha gente nos den ganas de llorar al comprobar que no entramos dentro de ese parámetro que se informa que ya salió de la pobreza.

En cuanto se oye una noticia de que ya la pobreza se ha reducido en el país y se revisa uno los bolsillos, surge la pregunta de por qué a uno no le llega ese beneficio, sino que al contrario, se acentúa cada día más y más la escasez de efectivo. Basta con llegar a la plaza principal frente a Catedral y comenzar a platicar con pensionados y jubilados sobre si ya sintieron una mejoría en su economía, para empezar a recibir ofensas inesperadas o preguntas de que si es burla o qué, porque hay varios pensionados y jubilados que ya hasta andan hablando solos, y al preguntarles el porqué, la mayoría responde casi con lo mismo: acaban de despedir a mi hijo de su trabajo y ahí lo tengo en la casa con todo y familia o a mi yerno lo corrieron de la chamba y ahí lo tengo en la casa, pues ni modo de darle la espalda a mi hija; y peor aún, quienes tienen en su casa a sus hijos e hijas con todo y nueras y yernos con una media docena de nietos que por lo regular sin saber qué está pasando, a lo único que se dedican es a pedir de comer y a decir que en la escuela les pidieron esto y lo otro; ¿y quién es el que amachina? Pues el pensionado o jubilado, pues quién más. Y al hacernos la mutua pregunta de que qué pasó con la casa del Infonavit que le habían dado ya sea al hijo o hija o yerno o nuera, por lo común surge la misma respuesta: la perdieron por no dar las cuotas requeridas. Incluso hay quien recuerda lo publicado hace muchos años por un medio impreso local en donde un mal padre de familia que había sido apresado por demanda de la esposa, había alegado en su defensa que intuía que sus supuestos hijos eran extraterrestres, ya que querían comer tres veces al día.

No por nada se encuentran personas de la tercera edad hablando solos en dicha plaza, y cuando se les acerca uno como que se sorprenden, pero luego de agarrar la onda reconocen que su situación económica se ha visto afectada debido a que ya no hallan la puerta; sin embargo, no se les dan condolencias porque la mayoría adolecemos de lo mismo: Nuestros hijos no tienen trabajo y nuestras hijas tampoco; y así muchos padres se hayan sacrificado para que sus hijos e hijas hayan salido alguna carrera profesional, no encuentran trabajo y menos si ya rebasaron los 32 años de edad y si les heredamos rasgos autóctonos, menos consiguen trabajo por no tener la presencia adecuada que se requiere de acuerdo a los estándares de buena presencia para no asustar a los turistas.

Y no es cuento, sino basta con apersonarse en la plaza principal frente a Catedral, y mirar a tantos jóvenes en edad productiva mirando hacia un lada y otro como diciendo ¿qué haré para llevarle a mis patitos para comer?

Al recordar esto, varios ancianos que nos reunimos en la plaza principal recordamos cómo hace años, allá por los años 80 del siglo pasado en cuanto se nos acercaba un joven a pedir una ayuda, lo primero que le decíamos era que tenía un cuerpo muy bueno para andar cargando bultos en el mercado de abastos. Y posiblemente por habérseme quedado la costumbre de esta respuesta, así les digo a los jóvenes que se me acercan a pedir una ayuda: oye compa, tienes un cuerpo ideal para andar cargando bultos en el mercado de abastos.

Abordo un camión del servicio del transporte urbano y de pronto se me acerca un joven que me tiende la mano diciéndome que me agradece mucho el haberse topado conmigo. Desde luego que me pongo en alerta midiendo las posibilidades de una posible bronca y a la vez reconociendo que no la hacía en caso de que me retara a los trancazos; por lo que le digo al cuate que si no me había confundido, a lo que me responde que no, que me daba las gracias por haberle dicho que en el mercado de abastos ocupaban gente para trabajar y que había ido allá y que había encontrado trabajo y que ahora ya tenía seguro e Infornavit, y de que estaba muy a gusto y que me agradecía el haberle dicho que en el mercado de abastos ocupaban gente. Ufff, y todo por nada más decirle que tenía un cuerpo ideal para cargar bultos en el mercado de abastos.