CON PRECAUCIÓN: Itinerarios y boletos no respetados

Por Sergio Mejía Cano

18 / Diciembre / 2015

Es curioso cómo sigue existiendo cierta anarquía en el servicio de transporte urbano (STU) en la capital nayarita. Eso de que sigan rodando unidades casi destartaladas ya es una constante, pero lo que sí llama la atención es que en algunas rutas no dan boleto a quien aborda las unidades, y si lo dan, muchas de las veces no corresponde al número de la unidad; igual, que varios de los choferes no sueltan el teléfono móvil al ir conduciendo.

Abordo un camión de la ruta Indeco 1 a espaldas de la Presidencia Municipal y el chofer me da un boleto entero por lo que le digo que no dice estudiante, contestándome que no le hace, que es parejo para todos los usuarios; esto me lo dice el chofer sin voltear a mirarme porque tiene fija su atención en el espejo retrovisor a su izquierda y le comenta a alguien que está en la puerta delantera que ahora sí se fregó al Ojo de Agua, que le había ganado al pasaje, dice en tono que se le oye como gustoso. Algo le comenta quien está en la puerta a lo que responde el chofer que tanto el de adelante como el de atrás lo traen en friega, y ni modo de dejarse también de los Ojo de Agua.

Estas palabras me recordaron que en Guadalajara, allá a principios de los años 60 del siglo pasado oía algo similar entre los camioneros: que el de adelante se iba atrasando y que el de atrás se iba adelantando; o sea, que esas unidades no respetaban el itinerario. Sin embargo, en Guanatos sí había muchos inspectores que al subir a cualquiera unidad lo primero que hacían era cotejar sus relojes con el del conductor, anotando la hora en una forma que se le denominaba guía, y ahí mismo el inspector anotaba el número de folio del bloc de boletos que tenía a mano el chofer y pasaba a revisar el de los pasajeros para comprobar que coincidieran. Si acaso uno de los números de folio del boleto de algún pasajero no coincidía con los del chofer, había lío; pero lo peor para el conductor de servicio era que si al momento de comparar la hora iba adelantado o atrasado, lo sancionaban de acuerdo a los minutos tarde o adelantados, ya fuera media vuelta o una vuelta entera. Y es que los minutos de adelanto no se podían justificar tanto como los de retraso, pues estos últimos podían ser debido a una retención en alguna calle por un choque o un embotellamiento por algún vehículo descompuesto y que estuviera obstruyendo el paso; pero los minutos de adelanto, cómo los justificaba el chofer, así que, castigo al infractor.

Esto lo supe porque el papá de un amigo de la cuadra, trabajaba en los camiones del STU y seguido nos dábamos circuitos, y también me relacioné con otros conductores de servicio debido a que empecé a ir a la escoleta de la banda de música del Sindicato Único de Trabajadores Automovilistas de Jalisco (SUTAJ), banda que en su mayoría se componía de puros choferes; así que ya después con la confianza de conocerlos me subía a darme vueltas gratis y desde luego conociendo algunas rutas.

En los descansos de la escoleta, oía los comentarios de los choferes respecto a sus castigos por adelantos y atrasos de tiempo de acuerdo a su itinerario e incluso pláticas de hasta conatos de bronca con algunos inspectores por ser tan drásticos en su desempeño. Pero también oía que uno andaba dando boletos del Agua Azul o de la Unidad Deportiva López Mateos, pues eran prácticamente iguales.

Y si bien había inspectores plenamente identificables, también los había encubiertos a los que en el argot camioneril se les denominaba como de la Gestapo. Cierta vez al ir de mosca con uno de los choferes, vi que en una esquina estaban dos varones y el chofer señalándolos me dijo que ahí estaban los de la Gestapo. Se subieron esos individuos y pagaron boleto y se sentaron. Y da la casualidad que una señora al bajar de la unidad le da los boletos al conductor. En un semáforo en alto, voltea el chofer a verme algo misterioso, cierra un ojo y desprende dos boletos de su bloc y los arruga en su mano. En eso abordan dos personas y les da esos boletos arrugados; y rápido que se levantan de sus asientos los de la Gestapo diciéndole al chofer quiénes eran y que lo habían atrapado. El conductor haciéndose el sorprendido les pregunta que por qué, que qué había hecho mal, pues iba a tiempo de itinerario, a lo que los de la Gestapo le dicen que por revender los boletos que le había devuelto la señora. El chofer suelta la carcajada y les dice que revisen el número de folio, porque los que le había regresado la ñora allá estaban tirados junto a los pedales.