CON PRECAUCIÓN

Un regalo nocivo

06 / Enero / 2016

Después de darle infinidad de vueltas al asunto del reparto de televisores digitales entre gente que supuestamente se hizo acreedora a ese beneficio, no se encuentra un porqué congruente debido a que en sí, un aparato de esta clase no es un artículo de primera necesidad y además, no se concibe el incongruente gasto del gobierno federal al adquirir millones de estos aparatos habiendo otras prioridades en el país como reforzamiento de los Sectores y Educación, ya que hacen falta medicamentos, material quirúrgico, así como reforzamiento de hospitales en todo su mantenimiento, igual que miles de escuelas de educación básica que no cuentan con nada digno para que sus estudiantes se sientan cómodos en un ambiente agradable y no que tengan que aguantar inclemencias del tiempo por carecer de puertas y ventanas, así como pupitres en buen estado.

En sí, un televisor viene a ser más dañino que benéfico tanto en la salud física como mental de quienes lo recibieron (y por supuesto de quien tenga uno), y más dañino aún para la sociedad en su conjunto porque a fin de cuentas estos dichosos aparatos se convierten en basura y de la peor por los componentes que son –según los expertos- altamente tóxicos y que por ende, contribuyen en grado sumo a que la contaminación del planeta avance a pasos agigantados, cosa que ya empezó con los miles y miles de aparatos televisivos antiguos que, con el cuento de que ya no servirían para nada, se le dijo a la gente que se deshiciera de ellos y hasta centros de acopio se instalaron para lo mismo, siendo que en sí, esos aparatos de los que mucha gente se desprendió podrían seguir funcionando con el aditamento adecuado, así como para las personas que pudieran pagar servicio de televisión por cable y hasta para juegos de pantalla, etcétera; sin embargo, esta información no se soltó de bien a bien sino hasta que ya mucha gente había prácticamente tirado su anterior aparato televisor y claro, muchas personas para justificar el derecho a que les obsequiaran uno de los que repartió el gobierno federal.

Esto de regalar televisores nuevos, comprados obviamente con dinero del erario, ¿no será acaso un descargo de conciencia por algo? Porque en realidad en este caso los únicos que ganaron fueron quienes vendieron esos aparatos y los que los compraron, no así la gente que los recibió dizque en forma gratuita, porque en sí, ningún bien se les ha hecho, antes al contrario, se les ha condenado a tener que gastar más en luz y en comprar una antena que se dice es necesaria para poder recibir una señal óptima.

Cuando se lanzó al aire la señal de la televisión analógica, es decir la tradicional y que llegó a nuestro país allá a principios de los años 50 del siglo pasado, que se sepa, a nadie de la población se le anduvieron regalando televisores para que pudiera disfrutar del nuevo descubrimiento llamado también como la ventana al mundo. A nadie se le obsequió uno de aquellos aparatos de bulbos y pantallas convexas, sino que cada quien se fue haciendo de estos aparatos según sus propias posibilidades económicas. Es común recordar entre muchos de los que fuimos niños en ese entonces, en que el más pudiente del barrio y que ya contaba con su tele cobrara .20 centavos para poder disfrutar del nuevo invento que vino a suplir en alguna forma a la radio a la que estábamos acostumbrados a oír y que en cierta forma contribuyó a desarrollar un poco más la imaginación al escuchar las radionovelas que ahí se transmitían, mientras mamá planchaba o hacía algún otro quehacer.

Así que ¿cuál sería la causa, el motivo o la razón para que el gobierno federal ahora obsequiara televisiones? ¿Por qué no se dejó al libre arbitrio de cada quien que se hiciera de su aparato como pudiera como en los años 50? La televisión no es un artículo de primera necesidad ni de vida o muerte para que el gobierno federal erogara enormes fortunas nada más para complacer a una parte de la población como si fuera algo de primordial importancia, entonces ¿por qué ese enorme gasto habiendo otras necesidades más apremiantes?

Lo curioso es que si ya prácticamente se había borrado la imagen colectiva de mirar un jacal de láminas de cartón con su antena de tele, de nueva cuenta se volverá a hacer tradicional esa imagen de que una vivienda podrá tener todas las carencias para llamarla así, pero eso sí: tendrá su antena para que sus habitantes puedan disfrutar de la, en su mayoría, nociva programación de la televisión abierta. Pero en fin. Sea pues. Vale.