Numinor

Agustín Almanza Aguilar

18 / Marzo / 2016

Se nos cuenta que fue el siglo XIII el que vió nacer a los lentes, cuando fueron inventados con motivos oftalmológicos. Así, en el año de 1284, en Venecia, el gremio de los Cristallar ya los producía y, al parecer, este conocimiento pasó a los frailes franciscanos y dominicos. Pero también se sabe que ya en la antigua China, la Grecia y Roma se conocía del poder de magnificación de las imágenes producido por una esfera, y teniendo –además- idea de la presbicia, la astenopia y la miopía. Ahora, los médicos de las culturas clásicas usaron ungüentos para reforzar la vista, y, en suma, es muy posible que los primeros anteojos se importaran de la China.

Hacia el 1350 el uso de anteojos ya estaba en boga, y su desarrollo –apuntan- parece se debió a Alessandro de Spina, empero ciertos estudiosos del tema señalan la autoría a Salvino Degli Armati, fallecido en 1317. Pero brota a la palestra un personaje muy especial, que tuvo gran influencia en el desarrollo de la óptica y por consecuencia, en la construcción de los anteojos: Roger Bacon.

Bacon trata lo de los lentes en su ‘Opus Majus’, influido por el médico y matemático árabe Ibn al-Hayyam. Roger nació en el año de 1214, en Oxford, Inglaterra.

El uso de los anteojos en sus inicios, parece ser fue muy restringido porque, al no haber quien los construyera, eran muy costosos, y otro motivo sería el del analfabetismo de la mayoría de la gente, que mucho ayudaría a salir de él gracias al invento de la imprenta por Gutenberg.

Johannes Kepler (s. XVII) redactó una teoría acerca de las lentes esféricas, sin embargo también se nos informa que sería hasta el siglo XIX cuando las lentes cilíndricas aparecerían.

El primer texto en lengua castellana acerca de los problemas de la refracción del ojo humano fue escrito por Benito Daza Valdéz, en 1623, en Sevilla, España, quien diferencia las lentes de acuerdo con su poder, anotando que las lentes convexas son para los viejos, y las cóncavas para los miopes.

El astigmatismo no fue conocido hasta que Thomas Young lo descubrió en sus propios ojos, en 1801, y su tratamiento correctivo llegó hasta 1827, con George Airy.

En México, para la segunda mitad del siglo XVII, ya se elaboraban lentes por al menos un vidriero, de los 28 que radicaban en el virreinato, como aquél maestro de hacer Antoxos y otras cosas de vidrio o carey, es decir, Claudio Francisco Troncoso (1652).

Durante la segunda mitad del siglo XIX el negocio de las ópticas floreció, y uno de los modelos de anteojos que tuvo uso, principalmente entre las clases acomodadas de la sociedad y entre algunos intelectuales, fue el monóculo, que era sujeto por el pliegue del párpado y el pómulo.

Actualmente los lentes no han terminado su evolución y aunque hoy mucha gente no los usa, debido a los de contacto, o bien a la cirugía refractiva, volverán a la historia como accesorio imprescindible.

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