Numinor: EL ROBOT DE LOS PINOS

Agustín Almanza Aguilar

08 / Abril / 2016

Hace tiempo leí un artículo de John M. Ackermann (‘Peñabot’, La Jornada, lunes 3 de marzo del 2014) en el cual se leía lo siguiente: Todos los días el presidente Peña Nieto y sus secuaces buscan muchas estrategias para imponer su proyecto de dominación. Por ejemplo, hace unos días se atrevió a sugerir que un robot podría tener las capacidades para llegar a Los Pinos (sic)’Al ver a este robot que nos ha mostrado varias de sus capacidades podría yo incluso sospechar que e algunos años, alguno de ellos o alguna vez se pretenda que un robot llegue a gobernar un país’. Peña Nieto balbuceó estas palabras momentos después de conocer los talentos de ‘Asimo’, un robot que labora en la fábrica de la empresa Honda, ubicada en Celaya, Guanajuato. Después intentaría rectificar su ocurrencia al aclarar que ‘Yo creo que eso no ocurrirá, para quienes tenemos la responsabilidad social de gobernar, algo que será insustituible por la tecnología es compartir las emociones’. Pero la corrupción fue parcial y el daño ya estaba hecho, quedó perfectamente claro que para Peña –el de la cara supuestamente ‘bonita’– la política no es un arte donde se despliega la fuerza libertaria del espíritu humano o las convicciones de los hombres y las mujeres de Estado, sino una simple cuestión de técnica robótica ‘correctos’ en las situaciones adecuadas, aunque con una matiz ‘emocional’ agregada para engañar a los ingenuos.

Y es que ‘la vox populi’ tiene al presidente (con minúsculas), el de ustedes, sí, como un títere, marioneta de los grandes intereses políticos y económicos de los EUA. Incluso un ‘loco’ del café se atrevió a casi afirmar que al Peña ya le implantaron un chip para estarlo controlando eficazmente, lo cual no resulta muy desvariante, y veamos por qué.

Se sabe que los militares ‘gringos’ desarrollaron excelentes trabajos en el campo de los microchips, y ya sería posible seguir a todas partes a los humanos que dispongan de ellos. Grandes ordenadores podrán controlar las funciones cerebrales, e incluso modificarlas, alterando las frecuencias. Funcionarían –de hecho lo hacen– por medio de ondas de radio de baja frecuencia y, con la ayuda de satélites se posibilitaría el seguir la pista de personas con chips en cualquier lugar del mundo. Esta técnica –nos informan– fue una de las muchas que se probaron durante la última guerra de Irak. Cuando un microchip de 5 micromilímetros se inserta en el nervio óptico, extrae los impulsos nerviosos del cerebro que incorporan las experiencias, los olores, todo lo observado y los sonidos que percibe la persona. En cuanto se transfieren y almacenan en un ordenador, estos impulsos nerviosos pueden volver a proyectarse a la persona. Un operador informático puede enviar mensajes electromagnéticos (codificados en señales) al sistema nervioso e influir en la conducta de la persona

¿Tenemos, pues, un ‘Peñabot’ en Los Pinos?...

GARAJE: A ver, a ver periquito, la patita, la patita, aquí, aquí¡Eso es! ¡Qué obediente eres periquito!

Saludos a Don Carlos, Neto y Titino, y a los Rosete Arana.