REDESCUBRIENDO: El Colaborador en la Organización del siglo XXI

Por: José Miguel Cuevas Delgadillo

12 / Abril / 2016

Los retos de la empresa en el siglo XXI demandan una visión más aguda respecto a la relación entre jefe y subordinado. No sólo en términos empresariales, también en relación a las organizaciones humanas, cualquiera que sea ésta. Cuántas organizaciones en los últimos años han llegado a desgastarse a tal grado que invariablemente afectan su ambiente laboral y humano, reduciendo claramente su producción y efectividad en su dinámica social, y finalmente su declive es inevitable. A pesar de lo anterior, muy pocas organizaciones se preocupen por mantener un buen ambiente laboral entre su personal, por lo regular, la capacitación al respecto se visualiza como un gasto y no como una inversión, por eso continuamente observamos que una empresa contrata personal porque tiene fuga de trabajadores, por lo regular, por un ambiente laboral hostil.

Un elemento relevante para mantener un ambiente de trabajo que posibilite el potencial de la organización es corregir los estilos de liderazgo, desde los altos mandos hasta los mandos medios, y cambiar la actitud de la manera de relación de los jefes con los colaboradores. Pero no sólo eso, también debemos poner énfasis en la formación humana y crecimiento del personal que conforma la organización: lo que muchos llaman subordinados. ¿Cómo se debe tratar al personal de una organización? Simple y llanamente como un colaborador, sin ellos la organización no funciona. En este artículo analizaremos las diferencias entre un subordinado y un colaborador. A continuación enumero dichas diferencias basado en el estudio Liderazgo Contemporáneo de Carlos Rodríguez Combeller. Los jefes deben aprender a ser líderes y a tratar a su personal como colaboradores; y el personal que labora o asiste en una empresa u organización debe aprender a ser un colaborador.

1. El subordinado prefiere mantenerse callado; el verdadero colaborador habla con la verdad.

2. El subordinado utiliza la alabanza al ego del jefe; el auténtico colaborador protege al líder de su ego.

3. El subordinado se confunde en la masa, no se hace notar; el colaborador se personaliza y se diferencia ante los demás.

4. El subordinado trabaja a cambio de una recompensa, esencialmente económica; el colaborador, además de esa recompensa, e incluso a veces a costa de ella, busca motivos trascendentales para su actividad cotidiana.

5. El subordinado que se rebela a su condición lo hace por medio de una lucha encubierta por el poder y al final se va; el colaborador se mantiene atento a lo que sucede y puede compartirlo abiertamente con el líder.

6. El subordinado, por su experiencia con los jefes, se ha vuelto cauteloso y desconfiado; el colaborador, por su contacto con el líder, se vuelve audaz y participativo.

De esta manera debemos conducirnos, como un verdadero colaborador y no como un simple subordinado, callado y pasivo; temeroso de perder el trabajo o el puesto, y peor aún, con temor de perder la aceptación del jefe. Aprendamos a ser un colaborador, como el término refiere, que colaboré, no que sólo reciba ordenes acríticamente. Hasta la próxima. Terapeuta Familiar y Conferencista. Consultas Celular 311 136 89 86.