CON PRECAUCIÓN: Sobre una base truculenta

Por Sergio Mejía Cano

15 / Abril / 2016

Cierta vez en uno de los libros de Eduardo del Río, más conocido como Rius, vi un cartón muy ilustrativo sobre cómo se formaron los Estados Unidos de Norteamérica. La imagen mostraba a una familia clásica norteamericana, es decir, de raza anglosajona o blanca, mejor dicho, celebrando el día de acción de gracias, en donde se ve que dicha familia está orando antes de degustar un pavo que se ve en medio de la mesa, y bajo el piso donde se apoya la mesa, se observan varios esqueletos y penachos, así como algunas cabelleras de pelo negro.

La frase de que el mejor indio es el indio muerto se le atribuye precisamente a los colonizadores que llegaron al norte del continente hoy llamado América, porque casi lograron desaparecer a todas las naciones autóctonas que se encontraron a su paso en su afán de extensión, relegando a los sobrevivientes nativos a reservaciones en los más recónditos lugares de lo que antes había sido suyo. Sin embargo, como habían quedado muy pocos habitantes originales, para construir esa llamada gran nación, tuvieron que importar esclavos del continente africano que vinieron a reforzar a los nativos que se rehusaron a encerrarse en dichas reservaciones de lo más inhóspitas.

Hoy se ve esa nación vecina del norte con sus grandes edificios y excelentes carreteras sin que muchas de las veces nos pongamos a pensar con base en qué se desarrolló esa nación, que en sí sus cimientos se componen de la sangre y despojos arbitrarios que sufrieron los nativos que hasta antes de la llegada de los europeos, posiblemente jamás pensaron que su mundo se derrumbaría tan estrepitosamente.

Sin embargo, para no ir tan lejos, aquí en nuestro país circulamos en carretera muchas de ellas hoy llamadas autopistas, muchos vacacionan en emporios turísticos, se ven grandes mansiones, enormes edificios y por lo regular se lo atribuimos a la modernidad, a los tiempos que por fuerza no pueden quedarse estancados en el romanticismo del pasado que se dice comúnmente, siempre fue mejor; pero, ¿alguien de nosotros nos habremos puesto a pensar en lo que hay detrás de toda esa gran estructura actual? ¿Alguien pensará tal vez que detrás de un gran hotel en la playa-la que sea- y que por donde hoy pasa una gran autopista, quedó mucha gente desposeída? Claro que por supuesto hay un pretexto fundamental para desalojar a mucha gente de su terruño, este es algo que está plasmado en nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos: La expropiación por causa de utilidad pública: sin embargo, ¿esa llamada utilidad pública se ha visto reflejada en algún sector de la población a la que le fue arrancada de golpe y porrazo su tierra?

Recientemente se ha hecho viral un video que circula en las redes sociales y que ya retomaron algunos medios informativos de circulación nacional, referente al despojo de que están siendo víctimas los habitantes de una comunidad otomí en Xochicuautla, en el estado de México, en donde se observa que varias máquinas, resguardadas por elementos policíacos, destruyen algunas fincas de dicha comunidad con el pretexto de que por ahí pasará una autopista de cuota; una obra que según se dice, ha estado parada por ocho años mediante amparos judiciales que la constructora al parecer se pasó por el arco de triunfo, y se afirma ahora que de esto han sido testigos unos visitadores de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), quienes constataron el hecho de desacato al tener esos amparos vigentes en sus manos, cosa que al parecer tiene sin cuidado al dueño de dicha constructora que precisamente viene a ser el señor Juan Armando Hinojosa Cantú, dueño de la constructora HIGA, quien últimamente ha salido mencionado en el asunto sobre evasión fiscal denominado Los papeles de Panamá, y de quien se dice también, es una persona muy allegada al presidente Enrique Peña Nieto.

¿Será acaso que esta cercanía con la figura presidencial que el señor Hinojosa Cantú no tema desacatar un amparo judicial? ¿O que tal vez por el posible avance de las investigaciones de los llamados papeles de Panamá, se haya adelantado por aquello de no te entumas? Pero lo que más llama la atención es que los policías custodien y protejan a los destructores de la comunidad otomí de Xochicuautla, porque se supone que las corporaciones policíacas están para salvaguardar a la población y no para vigilar que no puedan defenderse de los ricos agresores. Aquí sí que se podría usar la frase clásica de: no te pago para que me pegues. Pero en fin. Sea pues. Vale.