CON PRECAUCIÓN: Atropellados y atropelladores

Por Sergio Mejía Cano

11 / Mayo / 2016

Cuando sucede un accidente dentro de alguna zona urbana en donde se ve involucrado un tren, de inmediato suelen surgir voces que claman porque las vías férreas deben desaparecer del entorno citadino. Igualmente, como cada vez en que un camión del Servicio de Transporte Urbano (STU) atropella a alguien, como que se despierta el recuerdo de que ya basta de tantos accidentes de esta clase, y obviamente se oyen clamores de que es el momento de ponerle un hasta aquí a los cafres del volante. Sin embargo, pasan unos días y como por arte de magia todo vuelve a la calma, hasta que vuelve a darse otro acontecimiento similar.

Está comprobado que sí hay gente muy atrabancada al estar detrás de un volante de un vehículo automotriz; pero el mal manejo no se da únicamente entre los choferes del STU, sino en la mayoría de las personas que circula en un vehículo por las calles de la ciudad e inclusive hasta con los mismos patrulleros viales y de otras corporaciones policíacas. Y es un hecho, que no siempre quien atropella a alguien en una calle o avenida es totalmente culpable, porque siendo honestos, en muchas de las ocasiones somos nosotros los peatones quienes incurrimos en algún tipo de imprudencia y que al no fijarnos al atravesar una rúa podemos ser golpeados, arrollados y hasta posiblemente machacados y muertos por todo tipo de vehículo a cuyo conductor, al que debido a esa imprudencia que nos llega a veces sin pensar, embarcamos en un problema sin querer.

Recientemente apareció en los medios impresos y en portales de internet, la nota de que una pareja de ancianos había sido atropellada por un camión del STU en el cruce de las calles Hidalgo y Veracruz, y esto ha motivado a infinidad de personas para satanizar precisamente a los choferes de este servicio, cuando en realidad pudo haber sido un lamentable accidente y no un atropellamiento a propósito; porque habría que tener en cuenta que mientras los camiones, taxis, combis o equis vehículo no se suban a la acera para atropellar a alguien o que anden persiguiendo gente para hacerles daño, antes de juzgar, se debe investigar el porqué del atropellamiento, las circunstancias y responsabilidad de una parte y otra. Aunque por ahora llevan las de perder quienes conducen los vehículos del STU y por ende también quienes manejan con una mano porque en la otra llevan su teléfono móvil, y lo que podría ser peor, es que la vista no la tienen en la calle por donde van circulando, sino que la llevan fija en su teléfono celular; esto es muy notorio, porque basta con estar un rato en cualquier esquina para comprobar que la mayoría de los que van conduciendo llevan un teléfono móvil ya sea pegado en su oído o mirándolo a la altura del volante; y no nada más los conductores del STU, sino la mayoría de los que van conduciendo otro tipo de vehículos, hasta motos y bicis, para acabarla de amolar. Y al estar en alguna esquina observando a quienes conducen algún tipo de vehículo, también se puede ver que pocos, muy pocos conductores aplican, porque tal vez lo ignoran o les importa muy poco, la preferencia de paso del peatón. ¿Alguien ha visto que se respete al peatón cuando los conductores de vehículos están dando vuelta a la derecha?

Un caso muy palpable se da continuamente en la esquina de las avenidas México y Victoria, en donde los carros que vienen de norte a sur por la avenida México y dan vuelta hacia el poniente por la Victoria, son raros los que respetan el derecho de paso del peatón. Y no nada más en este punto, sino en la mayoría de los cruceros de la capital nayarita.

Se podría decir que todo redunda en cuestión de cultura vial, que se omite muchas veces ya sea porque tanto peatones como conductores de vehículos llevamos mucha prisa o vamos pensando en la inmortalidad del cangrejo, distraídos o con una carga de estrés enorme que no nos deja tener nuestros reflejos al cien por ciento de condiciones óptimas para andar en la calle; y peor aún hoy en día, en que muchos nos hemos convertido en esclavos de los teléfonos móviles que no nada más nos ponen en riesgo al circular por la ciudad ya sea a pie o en vehículo, sino que nos están volviendo más jorobados de lo que deberíamos de estar. Y si a todo esto le aunamos la congestión vehicular, lo reducido de las calles, el ruido y el humo que emiten los mismos vehículos de motor, cosas que alteran los nervios hasta de gente que se dice ser muy calmada, pues es un caldo de cultivo para que unos sean atropellados y otros sean los que atropellen.