CON PRECAUCIÓN: Al que le toca le toca

Por Sergio Mejía Cano

27 / Mayo / 2016

Es curioso cómo se van dando los tiempos para que cada quien se encuentre con su destino. El domingo 02 de abril de 1995, somos llamados para salir de estación Sufragio, rumbo al sur en el tren número 52 a tiempo de itinerario, es decir, a las 09:30 horas. Al revisar el programa de trenes, veo que no viene corriendo nada en contra, más que un tren extra que aún no salía de Mazatlán, por lo que le sugiero al despachador de trenes en Mazatlán, que si nos podría anular la carrera de itinerario y que nos corriera como extra. El despachador me dice que no está el Jefe de Despachadores, que es domingo y que le hable de estación Naranjo.

Lo anterior debido a que el itinerario como número 52 tenía mucho tiempo muerto entre estaciones, y corriéndonos como extra nos ahorraríamos mínimo tres horas en el recorrido de Sufragio a Mazatlán, y así podríamos llegar al bello puerto a mirar el atardecer. Háblame de Naranjo, fue la respuesta del despachador. Llegando a dicha estación me comuniqué vía teléfono selectivo debido a que entre esa estación y Bamoa perderíamos 45 minutos. No llega el jefe de despachadores, me dijo el despachador. Bueno, ni modo. Salimos estación Bamoa a tiempo de itinerario, a las 10:55 horas después de esperar diez minutos en dicha estación esperando el tiempo de salida. Y ahí vamos, estación Bamoa está estipulada como número 808, línea T, llevamos una locomotora número 14017, con 23 unidades con todo y cabús y un tonelaje de 2,153 toneladas; sin embargo, la máquina no desarrolla más de 65 kilómetros por hora (KPH), a pesar de ir a su máxima capacidad de aceleración.

Al pasar el poste kilométrico 814 observamos a lo lejos que un carro particular está sobre la vía, por lo que el maquinista reduce la velocidad y aplica los frenos de aire, al tiempo que me dice que mejor va a parar, en ese instante, el vehículo que se encontraba sobre la va, se baja de la vía, por lo que el maquinista afloja el freno del tren y vuelve a acelerar comentando que están jugando ; sin embargo, el carro se vuelve a subir a la vía, por lo que el maquinista vuelve a aplicar los frenos de aire; y, aproximadamente a cien metros del crucero tipo I el carro se hace a un lado de la vía, pero de pronto se vuelve a montar sobre la vía férrea, por lo que el maquinista aplica el aire en emergencia siendo ya imposible no arrollar el vehículo. Al momento del impacto, el maquinista me dice que por lo pronto ya marchó uno. Esto porque antes de arrollar el vehículo, observamos a varios individuos bajarse del carro corriendo en varias direcciones.

Al aplicar los frenos de emergencia, las 23 unidades que traíamos pasaron todo ese crucero, tanto el maquinista como su ayudante y un servidor revisamos los posibles daños a la máquina, viendo que ni un rasguño se le miraba aparentemente, por lo que procedo a caminar hacia la parte posterior del tren y al llegar al lugar del accidente, veo que hay un cuerpo tirado y al oír un ruido del carro accidentado, veo a un varón que sale del carro, le pregunto si está bien porque veo que trae sangre del labio inferior y que calza sandalias y entre los dedos también miro que tiene líquido hemático, le digo que ya pronto vendrá el auxilio; le pregunto qué pasó y me dice que estaban vacilando; uno de los garroteros baja un banco del cabús y le dice que repose. Para esto, el maquinista ya se había comunicado por radio con el jefe de estación de Guamúchil, Sinaloa.

En eso, llegó una camioneta llena de gente del ejido 7 ejidos cercano al lugar del accidente, me comenta un garrotero que qué bueno que no venían mujeres porque al empezar a llorarle al muerto, quién sabe cómo nos anduviera yendo, esto porque los recién llegados después de tapar al muerto se nos quedaban viendo en fea forma y más, porque algunos de ellos traían machetes en la mano; pero de inmediato se hizo presente una patrulla del municipio de Bamoa, a cargo del comandante Daniel Armenta, a quien le digo que la gente amiga del muerto se nos estaba quedando viendo feo, por lo que tronando los dedos y haciendo un ademan, los policías, que eran unos siete, a su cargo rodearon a los campesinos.

A las 13:00 horas llegaron dos ambulancias y un carro de bomberos procedentes de Guamúchil, Sinaloa, y de ahí bajó el agente especial del Ferrocarril, don Marcos Santiago, quien se hizo cargo del asunto diciéndonos que podíamos proseguir nuestra carrera; y esto con la protesta del comandante de la policía.


Sea pues. Vale.