CON PRECAUCIÓN: Vecinos alerta

Por Sergio Mejía Cano

07 / Junio / 2016

Pareciera que definitivamente la tecnología ha hecho cambiar costumbres en la gente que se creían estar bien arraigadas; pero no nada más la tecnología, sino también la situación económica. Hoy en día, a todas horas y cualquier día de la semana la mayoría de las calles tanto cercanas al centro de la ciudad como de las colonias de la periferia, permanecen solas, si acaso esa soledad es a veces interrumpida por el paso de algún vehículo o por un vecino que va a la tienda o se asoma a ver si ya viene el que vende tortillas.

Ahora ya es difícil ver a las señoras que salgan a la puerta de su casa a platicar con otras mamás que estén alertas vigilando a sus pequeños que otrora se la pasaban jugando en la calle, y no se ven porque ya no hay niños que anden jugando en la cuadra de su casa o más allá; hoy en día es más común que la gente esté encerrada en sus casas que viendo pasar a la gente porque ya casi no hay gente que pase a menos que sean vendedores o pedigüeños, incluso se han perdido los tradicionales juegos de los niños que en temporadas se dedicaban a las canicas (pichas), al trompo, al balero, a la tapita, al beli (parecido al Shanghái), el yoyo casi no porque es más bien casero; ya no se ven a chicas y chicos jugando al matarililiriron, mucho menos a doña Blanca, ya no se diga a la Tablita o a lo que hace la mano, hace la tras. Por cierto, una vez les pregunté a los chicos de mi barrio el porqué no jugaban al matarililiriron o al chinchileguas, y se me quedaron viendo de tal forma como pensando que yo ya estaba listo para la casa de la risa o como si les estuviera hablando en otro idioma desconocido para ellos, cuando les expliqué de qué se trataba, nomás se rieron diciéndome que no ma malgastara mi tiempo en esas cosas que ya no se usaban. Así que ya no insistí en preguntarles el porqué ya no jugaban a la trais, a las escondidas, al bote, a la culebra, a la gallinita ciega, etcétera. Lo que me sorprendió es que los muchachos ya adolescentes me comentaron que a lo que sí jugaban era a la botellita y de beso y de a prenda, pero nomás cuando hacían reuniones con sus amigas de la escuela y que sus papás no estuvieran en donde se llevaba a cabo la fiesta juvenil. Pero otro muchacho desmintió esto, diciendo que era pura broma y que me estaban vacilando.

Unas señoras del barrio, preocupadas por lo solo que se queda la cuadra y otras del barrio durante el día, mandaron a hacer unas lonas con la leyenda de que ahí hay vigilancia de vecinos o vecinos alerta o algo así, debido que en días pasados se dice que no se sabe a qué horas, pero vaciaron una casa cercana a la vía del ferrocarril, que nadie vio ni escuchó nada de nada, que cuando los dueños de la casa llegaron de donde andaban, se toparon que hasta con la escoba y el trapeador habían cargado los ladrones. Y en días recientes, al caer la tarde unos individuos cristalearon un automóvil de una vecina a la que ya antes le habían hecho lo mismo, y estando su auto estacionado afuera de su casa. Al parecer esta segunda vez sí tomaron cartas en el asunto de inmediato y dicen que sí identificaron al que había quebrado el cristal de la puerta trasera, pero que no era de las inmediaciones pues nadie lo conocía, dicen los que se enteraron de primera mano de este asunto.

También este grupo de vecinos, ahora con las lonas con la leyenda de que hay vecinos alerta y que se cuiden las ratas de dos patas, y que dicen que se colocarán una en cada esquina de la cuadra, también formaron un grupo por medio del mentado wasap o algo así para en caso de que se vea gente sospechosa, de inmediato se mande un mensaje por este medio para en caso de que alguien esté dentro de su casa, al menos se asome para que vean que hay gente dentro. Y sí, porque en ocasiones se han observado individuos de mala catadura que pasan despacio mirando hacia el interior de los carros que están estacionados y además volteando a ver hacia el interior de las casas. Y respecto a esto, de común acuerdo en una asamblea de vecinos, se aclaró que la gente que viaja como trampas en el tren son de inmediato reconocidos como tales y que de ellos en realidad no se teme tanto porque lo único que hacen es pedir comida y agua, y en tiempos de frío alguna prenda o una cobijita vieja o hasta zapatos viejitos si se puede. Se coincidió que por lo regular los trampas no representan tanto peligro como otros individuos que desde luego se ve que no son polizones, sino de alguna colonia de la periferia de la ciudad.