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Numinor: La pedantería, amada hija de la locura
Ángel Agustín Almanza Aguilar
11 / Julio / 2016
Stultorum Sunt Plena Omnia, es decir: el mundo está lleno de locos. Frase citada por Erasmo de Rotterdam, en su Elogio de la locura (párrafo LXII). Y es verdad, estamos rodeados por puros locos Comenzando por aquellos que se creen poseedores de la Verdad Suprema y Absoluta, que se dá sobre todo en los ámbitos religiosos. Pero también lo están los políticos, que se creen los ‘Non Plus Ultra’ de la democracia, los seudo estadistas. Y así, con las demás entidades pululantes del lacerado orbe terrestre.
Aquí andan los insoportables pedantes -(¿nos hablan?)-, esos mediocres que, en sus estrechas miras, no saben cómo remontarse por encima de los pequeños detalles ni llegar al punto de vista sintético, diría el gran Goethe (‘Fausto’, primera parte); esos tipejos que siempre están haciendo alardes inoportunos de erudición –con su molesta rudeza mental-, sin conocimiento alguno sustancial, puro vacío intelectual. Son los irredentos, los afectados y engolados enanos del espíritu. Se ha dicho –y con justa razón y justicia- que no hay nada más desagradable que la conversación de los pedantes.
Desiderius Erasmo, Gerardo hijo de Gerardo/Geert Geertz, hijo ilegítimo de un clérigo, al hablar de los retóricos, nos dice: consideran como algo maravilloso, como cosa plecara, mezclar e introducir en sus discursos latinos algunos pequeños vocablos griegos para darle un sentido fuera de lugar, enigmático. Y si no saben idiomas extranjeros, o ignoren el griego, no tienen más que sacar de cualquier mamotreto, de pergaminos apolillados, cuatro o cinco palabrejas, vocablos anticuados, con los cuales deslumbran y sumen al oyente o lector, deslumbrándolo, en tinieblas, de manera que los que los comprenden, que los entiendan, se alegren y les rindan culto por lo mismo, encontrando así ocasión de complacerse en su propia erudición; la admiración que despiertan en los demás es tanto mayor cuanto más incomprensible se hacen, (Op. Cit.).
También van ‘pedradas’ para los vanidosos y soberbios críticos del arte, de los que Johannes Wolfang Von Goethe Textor, expone en un texto de su ‘Fausto’, a través de ‘unas voces’: Estamos lavando y quedamos limpias del todo, pero también somos eternamente estériles. Una nota al calce, atribuida a un tal Schroer, expone al respecto: Alusión a ciertos críticos literarios que se pasan el tiempo pretendiendo depurar el lenguaje y censurado trabajos ajenos sin producir por su parte obra alguna.
¡Ah, esos autollamados ‘líderes de opinión’! ¡Esos periodistas que te miran despectivamente con el rabillo de su visceral ojo!... ¡Esos ‘intelectuales’ de café teatral que se ostentan como aquél ‘Licenciado Vidriera’, que temía ser tocado por la gente por temor a desbaratarse (personaje de otro verdaderamente grande, Miguel de Cervantes Saavedra)!
Puro loco suelto legisladores que se creen sus propios cuentos de ser honestos; pseudo estadistas que son candil de la calle y oscuridad de su casa: clérigos que prostituyen el templo de lo sagrado y, sin embargo, predican la doctrina de Hijo de Dios, sin temor alguno de su machacoso dogma del infierno ¡El gran teatro de la vida!