Más leña: hubo dos armas en homicidio y acusado apela a Dios

* Ramón Ángel justifica que balazos se produjeron en forcejeo y que después perdió el conocimiento.
* A pregunta ministerial, recordó que arma la tiró antes de despertarse en patrulla de Policía Federal

08 / Diciembre / 2016

Por Oscar Verdín Camacho

Cerca de las tres de la tarde de este miércoles, el defensor particular de Ramón Ángel solicitó permiso para platicar con él a solas, fuera de la audiencia. El juez presidente del Tribunal de Enjuiciamiento, Rodrigo Benítez Pérez anunció un receso de 10 minutos, apenas el segundo desde las 10:19 horas en que inició la comparecencia de testigos.

Al regresar, el defensor anunció el que sería el último testimonio del juicio oral que inició el lunes cinco: precisamente el de Ramón Ángel, acusado del homicidio a balazos de Édgar Alberto Beto, ocurrido alrededor de las ocho de la noche del pasado 20 de enero, en Tuxpan.

El apodado El Borrego declararía de manera espontánea, respondió el defensor a pregunta del juez.

Y contó que aquella noche se encontraba con Paco Peña y Mucio cuando llegó Gerardo a bordo de una motocicleta y hablaron de un problema que tenía con su hijo, también de nombre Gerardo, por una motocicleta que Ramón tenía porque el otro no le había regresado una cadena. Gerardo-papá se retiró pero volvió minutos después. Le dijo: ya había hablado con su hijo y arreglarían el asunto. Entonces arribaron Gerardo-hijo y Beto. Discutieron. Beto se llevaba la mano a la espalda como si trajera algo. Mucio y Francisco se abrieron. Ramón Ángel describió que abrió la puerta de su camioneta –tipo Armada, estacionada en la calle- y de ahí sacó las llaves del portón de su casa para que se llevaran la motocicleta, aunque las aventó al suelo.

Al voltear, se dio cuenta que Beto traía una pistola y forcejearon. Hubo balazos. Quedó en shock y, dijo, ubicó la realidad cuando ya estaba detenido en una patrulla de la Policía Federal –en la carretera internacional 15-.

Comentó que no entiende por qué Francisco y Mucio hablan de otra cosa, contradiciéndose.

Que Gerardo –papá- me diga si es mentira o es cierto lo que estoy diciendo.

Y apeló al todopoderoso: hay un solo Dios que todo lo ve, me juzgarán con las leyes terrenales, pero hay un Dios que hará justicia.

La defensa no le realizó preguntas. Pero sí lo solicitó la representación ministerial de la Fiscalía General del Estado (FGE). El juez presidente comentó al acusado que estaba en su derecho de contestar o no las preguntas ministeriales, por lo que le pidió consultar con su abogado, y éste respondió que lo dejaba a la decisión de su cliente. Ramón Ángel aceptó:

La agencia ministerial condujo el interrogatorio para que precisara, por ejemplo, de qué parte sacó las llaves de la camioneta: de la guantera, o en cuál mano traía el ahora occiso la pistola de que habla: en la derecha, o si sabe si Beto era zurdo o derecho: no.

Dijo que estaban a unos 30 centímetros cuando inició el forcejeo. Y a otra pregunta, respondió no entender porque Beto no tenía residuos de pólvora en sus manos.

Añadió que no recordaba cuántos balazos se produjeron, aunque agregó que, ya herido, Beto intentó subirse a la motocicleta donde estaba Gerardo pero cayó.

Se le cuestionó si el ahora fallecido en algún momento le dio la espalda. Supuso que sí, cuando intentó subir a la moto. Esa pregunta habría pretendido reforzar el hecho de que la víctima presentó al menos un impacto de bala con entrada en la espalda.

Le dije a Gerardo por qué me había traído a estas gentes a mi casa.

Yo quería salir de ese problema, perdí el conocimiento, quería escapar, esconderme.

Se le preguntó por el arma y contestó haberla tirado cerca del vado de Tuxpan, antes del crucero de Coamiles.

También fue cuestionado si después de lo sucedido llegó a casa de su suegra –la señora afirmó el lunes que ahí tiró balazos, que ella recogió-: no recuerdo, no recuerdo si pasé por ahí. Perdí el conocimiento.

Insistió la agente ministerial: si perdió el conocimiento y lo recuperó hasta ser detenido por policías federales, cómo era que sí recordaba dónde tiró el arma.

Por qué traía sangre en su cuerpo: obvio, forcejeamos juntos.

Por qué un casquillo en el interior de la camioneta: no lo sé.

Al concluir el interrogatorio, Ramón Ángel comentó: quiero hacerle una sugerencia señor juez

Rodrigo Benítez lo frenó: le explicó que el Tribunal de Enjuiciamiento no participa en la investigación y su actuar es limitado.

MÁS TESTIGOS

El caso de una testigo, la única que no acudió, mereció una decisión unánime del Tribunal –completado por los jueces Antonio Enríquez Soto y César Armando Ramírez Flores- para resolver que hay información suficiente para dar por concluida la etapa.

La defensa presentó una apelación, desechada por el juez por ser improcedente.

Cabe añadir que la tarde del martes –en una parte a la que no asistió este reportero, pero después confirmado- un perito de la FGE reveló información importante: los casquillos relacionados con el caso corresponden a dos armas distintas.

La presencia este miércoles de otros dos peritos, mereció cuestionamientos de la defensa pretendiendo acreditar deficiencias en la cadena de custodia o, en uno de los casos, sembrar la duda sobre si estaba completamente seguro que si una persona daba positivo a la prueba de rodizonato de sodio significaba que había disparado un arma: no, respondió.

El testigo Mucio habló del miedo que le influye El Borrego: es impulsivo, violento

Cuando Mucio hablaba, arrastraba la voz, oyéndose ronca. Se sentía una expectación en la sala oral. Contó que estaba a unos 30 ó 40 metros cuando vio que Ángel sacó una pistola de su camioneta y disparó contra Beto. No se percató de golpes entre si.

Varias veces, la defensa –ahora si- consiguió armar una estrategia –auxiliado por un joven asistente- para evidenciar una contradicción, y fue así como el juez aceptó que se le mostrara a Mucio un documento: era una entrevista que dio sobre los hechos y que leyó lo previamente marcado: El Pariente –refiriéndose a Beto- se movió hacia El Borrego, como que le quería quitar algo

Dos mujeres: una vecina de Ramón Ángel y una amiga de aquella, que estaba de visita en su casa, también comparecieron.

La segunda de ella, que abría un portón para que su amiga introdujera un carro, señaló haber escuchado una discusión previa a los disparos.

La otra añadió haber oído groserías y luego los balazos. Y si en algún momento comentó que vio a su vecino accionar un arma, después añadió que no, ni la de mi vecino vi, sólo vi chispas que venían de cerca de él

En otra parte de la diligencia, varios testigos fueron liberados por la defensa, es decir, no serían llamados nuevamente a la sala. Algunos eran peritos que optaron por presenciar la audiencia.

Y hubo otros, no liberados, pero cuya presencia en la sala no fue aceptada por el Tribunal, por deficiencias para soportar el por qué serían requeridos.

La audiencia de alegatos continuará este jueves.