Maydoly: la muñeca que hizo llorar a un comandante y a su esposa

* La joven abogada, con trasplante de riñón donado por su papá, pide a tantas personas que en su sano juicio desearían donar sus órganos, que lo platiquen en sus familias, a sus cercanos, para que si ese momento se presenta no exista oposición.

09 / Febrero / 2017

Por Oscar Verdín Camacho
A las siete de la noche con dos minutos del tres de febrero del 2011, Maydoly Franco Márquez se metió a su cuarto y escribió por Facebook: Diositoo dame mucha fuerzaaa para salir de estaa.
Maydoly tenía 17 años.
En los últimos días algo había sucedido en su cuerpo: un extraño agotamiento que se convertía en mareo, un sudor frío o la vista que de repente se nublaba. Por la tarde asistía a la escuela, al CETIS 100.
Empezaron los estudios médicos, hasta una tarde en que se sentó frente al doctor Ron, en medio de sus padres: Servando Franco, comandante de la policía estatal –ahora retirado por pensión-, y Rosalva Márquez, funcionaria del Tribunal Superior de Justicia.
Les explicó: los resultados no eran buenos. Maydoly debía iniciar un proceso de diálisis y quizás de hemodiálisis por una insuficiencia renal crónica. Un problema en los riñones.
- Yo no entendía qué era eso, pero cuando volteé con mi papá y con mi mamá, los vi llorando.
Más tarde, Maydoly le hizo una pregunta a su mamá, cuya respuesta temía:
- ¿Nada más dime que no tengo lo que tiene Diana? -en referencia a una prima suya que posteriormente murió por insuficiencia renal, a la espera de un trasplante de riñón.
- No, mija, no tienes eso –le contestó Rosalva, haciendo fuerzas para no llorar-.
Buscaron otras opiniones médicas y el resultado fue el mismo. El doctor Chabero le extendió la orden de internamiento para la colocación de un catéter e iniciar el proceso de diálisis. Y entre más pronto mejor.
Oculta detrás de una pared, Maydoly oía llorar a su mamá.
Habla Rosalva:
- Hay un dicho que dice: ¡trágame tierra!, y eso sí existe. Yo sentí que me tragaba la tierra, que me caía a un pozo profundo porque nada duele tanto como lo que hace sufrir a nuestros hijos.
Maydoly entendió lo que enfrentaba su cuerpo y lloraba. Un día, su papá se tocó el pecho y la animó con una frase imborrable: si mi corazón ocupas, yo te lo doy.
Una de esas tardes, estando en el CETIS, Maydoly se resintió como nunca antes: la lengua se le trababa, la cara se le entumía. Su mamá la recogió y horas después fue hospitalizada por la situación del cateter. Y ahora se ríe, pero antes de la operación hizo un berrinche con el personal médico: ¡no me haga plática, me duele, me duele!, le exigió a quien pretendía distraerla, ya anestesiada localmente, y tuvieron que dormirla por completo.
Rosalva se aferra a la creencia religiosa:
- Fue un milagro. ¡Lloré lo que no te imaginas!, pero la última vez que lloré fue ante la Virgen, en la Santa Cruz de Zacate. Le supliqué: ¡ayúdame a sanar a mi hija, dame fuerza, dame valor!. Salí de la iglesia con paz, con valor
Sometidos a estudios y más estudios, el comandante Franco resultó compatible para donar un riñón y el trasplante se programó para el 20 de agosto del mismo 2011, en el hospital Gómez Farías, del ISSSTE, en Guadalajara.
Aquel día, nuevamente antes de la operación se armó un lío: el comandante, ya en su camilla antes de ingresar al quirófano, descubrió a su hija en otro lugar e intentó animarla, pero ella empezó a creer que algo malo le sucedería, a él, y gritaba. De plano un camillero se la llevó por los pasillos hasta la hora programada.
Maydoly recuerda un momento antes de que fuera anestesiada: el personal médico hizo una breve oración.
Y se despertó en otro lugar, un espacio aislado donde estuvo cinco días. El trasplante había sido exitoso. Y hasta su celular le facilitaron e hizo varias llamadas, la primera a un amigo suyo –porque quedó marcada- pero no la recuerda.
En una casa en renta, en Guadalajara, allá estuvieron dos meses. Rosalva lo mismo cuidaba de su hija que de su esposo.
Maydoly heredó el parecido físico de su papá y esa forma de ser de su mamá: si te le enfrentas, no se raja. No evade.
Esta breve historia de Maydoly estaba destinada a contarse. Resulta que este reportero conoce a Servando y a Rosalba de hace años y, como cosas del destino, hace unas dos semanas escribí el nombre del comandante en una hoja de notas pendientes: lo buscaría para que me contara de ese trasplante.
Lo que este reportero no sabía es que Maydoly era precisamente su hija, empleada en los juzgados orales y conocida de vista. Es abogada, egresada de la UNIVER.
Así que un encuentro circunstancial de este reportero con Rosalba y Maydoly condujo a una plática larga y necesaria: me desahogué, comenta entre lágrimas.
Pero Maydoly quiere hacer algo más que contar su caso: quiere ayudar. Hay cosas que le duelen, que le aterran: el saber que hay miles de personas en lista de espera de donación de cadáver porque no hay familiares en posibilidad de donación de distintos órganos.
Le duele saber la falta de medicamentos para muchas personas, y por ello apela a la sensibilidad de los gobernantes para que destinen más recursos a ello, o que la sociedad apoye en la medida de sus posibilidades.
En especial quiere referirse a las personas que en su sano juicio están dispuestas a donar sus órganos, en caso de que se presente una situación de muerte cerebral en el futuro:
Les pido que lo platiquen en sus familias, con las personas que más quieren, las más cercanas para que, si se da ese caso, nadie se oponga a esa voluntad. Pero tienen que decirlo para que se respete su deseo. Mucha gente no entiende por lo que uno pasa, lo que se sufre, hasta que lo vives.
Rosalva agradece a todo el personal médico que atendió y continúa pendiente de su hija: Prais, Ron, Chabero, Valerio, Sosa, Puente, García Bejarano y tantos y tantos más.
Agradece también a mandos del Tribunal Superior que le dieron facilidades en esos tiempos difíciles, y a quienes apoyaron a su esposo, por ejemplo ya no enviándolo a comandancias fuera de la ciudad.
El comandante Franco no pudo llegar al encuentro con este reportero, pero hubo un saludo por celular.
Por cierto, el nombre nada común de Maydoly fue idea de Servando y es una combinación de dos palabras en inglés: my dolly, que en español significami muñeca.