Numinor: Stephen Hawking y la Eclosión del Universo

Ángel Agustín Almanza Aguilar

13 / Febrero / 2017

Mi trabajo sobre el origen del universo se halla en la frontera entre ciencia y la religión, pero yo procuro mantenerme del lado de la ciencia. Vivimos en un planeta pequeño que gira en torno de una estrella como muchas otras, situada en el extremo de una entre cien mil millones de galaxias. Es difícil creer en un Dios que se ocupe de nosotros No obstante, es posible que Dios actúe en formas que no pueden explicarse por medio de leyes científicas Dios no sólo juega a los dados, sino que a veces los arroja a donde nadie puede verlos.

Así piensa quien es considerado como el científico más grande del mundo contemporáneo, que revolucionó la cosmología, el extraordinario profesor de Cambridge que ha explorado con su mente las vastas extensiones del espacio intergaláctico y que mucho ha contribuido a nuestra compresión del universo que habitamos: cómo se originó, por qué somos lo que somos y cuál es nuestro probable destino final, nos dice John Gribbin y Michel White, en su libro ‘Breve Historia de Stephen Hawking’ quien, desde los 21 años, fue afectado de un padecimiento que dañó sus neuronas motoras y no puede hablar por la traqueotomía que sufrió y, ahora, en el centro de su tendinosa garganta lleva un dispositivo de plástico que le permite respirar. Para comunicarse escribe gracias a la ayuda de un control de computadora que porta en su regazo, y un sintetizador de voz, conectado a esta, donde convierte las palabras en habla, en su silla.

Hawking se ha dejado llevar por la intuición: pienso que cierta idea debe ser correcta, luego trato de demostrarlo. Y así su mente cayó en lo que sería el tema de su doctorado (1964): su encuentro con las ideas del profesor adjunto de matemáticas aplicadas del Colegio Superior Brikbeck, Roger Penrose, de 33 años, y que había sido uno de los pocos científicos que había tomado en serio la teoría de lo que más tarde se conocería como los ‘agujeros negros’, es decir, estrellas que se han derrumbado sobre sí mismas, formando el abismo sin fondo por excelencia dentro del cual puede caer cualquier cosa, pero del que nada puede salir (Op. Cit.).

Penrose demostraba que en el centro de todo agujero negro, aislada del resto del universo, existe una singularidad (en esencia, un punto de densidad infinita y tamaño cero) en que las leyes de la física, tal como las conocemos, dejan de operar (Ibídem).

En ese ínterin, Stephen se preguntó sobre qué pasaría si tal teoría se aplicara a todo el universo Este destello de inspiración, la idea de que el estado de superdencidad del universo en el instante de su nacimiento, propuesto por la teoría de la Gran Explosión (el llamado ‘Big Bang’, terminó acuñado por el cosmólogo Fred Hoyle –(que detestaba la idea de una creación espontánea, y al que Hawking cierto día, en una reunión de científicos de la Royal Society de Londres, objetó uno de sus cálculos matemáticos)-, podría haber sido una ‘singularidad’ dentro de un agujero/hoyo negro Había, pues, que pensar en el cómo emergió la singularidad –el ‘huevo cósmico’- del centro de un agujero negro.

En la escuela de Saint Albans había ganado el premio de religión; un alumno de mente brillante. Con su grupo de amigos escuchaban música clásica (la música popular la consideraban indigna; Habría que saber su opinión respecto a la música grupera, de banda, los narco corridos). Tenía en proceso el problema del santo Grial de la física moderna, es decir, la Teoría de Todo, que debería combinar la relatividad y la teoría cuántica en un solo paquete; un conjunto de ecuaciones que explique la totalidad de los fenómenos que ocurren en el universo, desde la ‘Gran Explosión’ hasta los átomos de los que estamos hechos Einstein había fracasado, y de ello había salido su frase del ‘juego de dados’. El reto lo tenía ahora Hawking, quien tenía presente que la cosmología cuántica contempla la posibilidad no sólo un universo, sino un número infinito de ellos, a partir de nada, en absoluto (Op. Cit.).

Mientras todo esto revoloteaba por su inquieta mente, Hawking se había dado a la tarea de procrear tres hijos, Robert, Lucy, y Timothy. Se había casado con Jane Wilde, y se separarían más tarde, después de 25 años (1990). Stephen nació un 8 de enero de 1942, por lo que tiene ya 73 años.

Hawking apoya la llamada ‘teoría de las cuerdas’, primer intento de unificación que propone un papel para la gravedad, la cual se ha resistido hasta ahora a adaptarse al molde cuántico. Empero, algunas de sus versiones requieren de 26 dimensiones, lo que nos demuestra a nosotros, simples mortales, lo mucho que las ideas de la física de vanguardia se han alejado de la realidad cotidiana. Pero ¿Qué había ‘más allá’ del hoyo negro?