CON PRECAUCIÓN: Desprecio del voto popular

Por Sergio Mejía Cano

27 / Febrero / 2017

Tal vez el romanticismo hizo presa de mí al ponerme a pensar cuándo algún político mexicano cumplirá con sus promesas de campaña o al menos respetará el voto de quienes lo eligieron para ocupar un cargo de elección popular; porque es común que ninguna de las promesas las cumpla y que no respete el voto popular al separarse del cargo en que lo puso el voto popular para atender otras ocupaciones encomendadas por algún gobernante.

Queda claro que quien ocupa un cargo por la vía plurinominal no fue puesto ahí por decisión popular, sino por el dedo mayor ya sea para pagar favores o para colocarlo en un punto estratégico para llevar la batuta de sus bancadas. Y esto es lo más raro, pues resulta que un legislador que no fue electo por el voto popular es el que lleva la voz cantante en las Cámaras correspondientes, y más extraño aún es que de no existir las dichosas plurinominales sería prácticamente imposible que quien ocupa estos cargos llegara a ocuparlos por la vía electoral. De ahí que es poco probable que vayan a desaparecer los cargos de representación proporcional, es decir, las dichosas plurinominales en un corto o mediano plazo, porque sirven para acomodar incondicionales o para quienes les sería imposible llegarle al público elector ya sea por falta de carisma o por ser ampliamente anti popular o simple y sencillamente por tener una larga cola de aberraciones a lo largo de su carrera política y, en el peor de los casos, las llamadas plurinominales también, se dice, han servido para acomodar ahí a familiares, amigos, compadres y hasta parejas sentimentales.

Un claro ejemplo de para lo que sirven las plurinominales lo tenemos en las figuras de Emilio Gamboa Patrón y Manlio Fabio Beltrones Rivera, quienes ya tienen un buen tiempo saltando de una Cámara a otra y no nada más eso, sino que ocupan la representación de sus bancadas correspondientes sin que nadie del público elector haya votado por ellos y sin embargo, son los que les dictan la línea a seguir a los demás legisladores que una vez prometieron ser la voz del pueblo en la máxima tribuna del país; pero ha quedado claro que no ha sido así, pues por lo regular aprueban no lo que beneficie a sus representados, sino a sus propios partidos políticos y por ende, a ellos mismos.

Es de llamar la atención al decir que las iniciativas de ley, reformas constitucionales o de cualquier tipo se lograron gracias a una gran mayoría; sin embargo, es una minoría la que las aprueba, porque si bien quienes las han aprobado son mayoría en el Congreso de la Unión, son una minoría ante los millones de quienes supuestamente representan porque jamás consultan a esos representados cómo es que quieren que vote respecto a dichas iniciativas o reformas; por lo que se entiende que todas las reformas constitucionales hasta hoy, han sido aprobadas por una minoría, por un pequeño grupo de legisladores ante millones de mexicanos que quedan inconformes por dichas aprobaciones.

Pero no todo para ahí, pues está la falta de respeto absoluto para el público elector cuando un legislador que llega ya sea a la Cámara de Diputados o a la de Senadores, se separa de su cargo sin tomar en cuenta a quienes lo eligieron como su representante, para ir a ocupar otras encomiendas en algún Gabinete de los tres niveles de gobierno, porque así lo determinó el dedo mayor. Y he aquí la pregunta: ¿no sería posible que cuando un gobernante llama a un legislador para que abandone su curul y se vaya a ocupar un cargo en determinada administración, ése legislador le dijera a ése gobernante que no puede o mejor dicho, no debe, porque sería como despreciar a los votantes que lo eligieron como su representante? ¿Y no sería posible que se legislara para que todo servidor público que ocupe un cargo de elección popular no lo pueda abandonar hasta que lo concluya constitucionalmente?

Si un diputado federal que llegó a ocupar ese cargo mediante el voto popular y a mediados de su encargo es llamado para ocupar un puesto administrativo por lo que tiene que abandonar su curul, obviamente que está mandando por un tubo a quienes lo eligieron para ser su representante; que no le importan en absoluto esos votantes que lo llevaron a la Cámara de Diputados, sino que le importa más atender una sola voz que la de los cientos o quizás miles que votaron por ese diputado como su representante popular que votaron por él y no por su suplente. Y abandona el cargo para el que fue electo, no por enfermedad u óbito, sino por interés personal.