Numinor: La resurrección: Cuando el tiempo y espacio besan la eternidad (La vanidad de la fé)

Ángel Agustín Almanza Aguilar

18 / Abril / 2017

El apóstol Pablo dijo que si Jesús no resucitó vana sería nuestra fé en el Ser Supremo; seríamos víctimas de un colosal engaño. Pero el Nuevo Testamento nos habla de que, en virtud de esa resurrección de Jesucristo –conmemorada este domingo pasado–, vendrá el tiempo del cumplimiento de la promesa sagrada, de que los muertos todos volverán a la vida; que veremos –si estamos todavía aquí, en los huesos, la sangre y la carne– a nuestros seres queridos levantados de sus sepulcros, y que habrá un campo radical, una transformación, en todos los seres humanos, unos yéndose a la salvación, por la gracia del sacrificio sangriento del Redentor e Hijo del Dios Uno, mientras que los otros, los irredentos pecadores, los amantes de la mentira, al tan temido ‘Infierno’ –¿serán destruidos definitivamente, como al propio ‘Diablo’? –

Eso de la resurrección se me enreda con la doctrina de la reencarnación, porque se me hace increíble que sólo tengamos una sola existencia material y temporal ‘aquí en la tierra’, un ‘estar’ rapidísimo como entidad física pensante, rodeados de enigmas –y misterios, ¿por qué no?–, y dudas, con la atiborrada y machacante idea de ser pecadores ¡Desde el nacimiento!... Es decir, que esta fugaz y acelerada instancia ‘en el mundo’ es, por elemental lógica, insuficiente para ‘ser perfecto’, como se nos manda evangélicamente ser.

Ahora, ¿los que fueron resucitados, ya que según la Biblia, volvieron a morir?... ¿Resultarán los muertos con su mismo cuerpo, físico? ¿Cómo los reconoceríamos? Luego, ¿se están creando almas cada segundo? ¿Se están destruyendo tales casa instante? Y no evadimos –desde luego– el preguntar si existe vida inteligente en otros planetas, en otros mundos, creyentes en Cristo Jesús o si éste estuvo o estará allí ¿algún día? ¿Somos los únicos en el Universo?...

Resurrección o Reencarnación