VISOR NAYARITA: LOS LIMITES DEL PODER Y LA MEJOR FORMA DE GOBIERNO

Por: Lic. Francisco Pérez Gómez

27 / Abril / 2017

En nuestros días, se acusa en forma recurrente a muchos políticos por buscar el poder por el poder; refiriéndose con ello, a todos aquellos políticos que sin proyecto para el desarrollo de la sociedad sólo buscan arribar al gobierno para abusar del cargo y enriquecerse de manera ilícita. Lo más triste de esto, es que hay ciudadanos que comparten dicha forma de ser y actuar de este tipo de políticos y añoran tener algún día la oportunidad de ser como ellos. Como se lo dijo Polo a Sócrates en el Diálogo de Gorgias, en el cual, Polo sostiene que es envidiable la vida de un tirano, cuyo poder es tanto que decide la vida de todos, de manera justa o injusta, dado que para eso es el poder que ostenta, Sócrates le señala que en ocasiones ese tirano comete injusticias y que ello es más malo para él, que para el ciudadano que recibe la afectación de dicho acto injusto y de que un gobernante no puede determinar sus acciones sin justificarlas en la ley de manera que, quien utilice el poder para hacer cosas arbitrarias, debería ser castigado irremediablemente, importante la mención de esta obra donde Sócrates plantea que El Poder no es la Ley ya que los actos de los gobernantes deben siempre estar enmarcados en lo que señala la Ley y no al contrario. Así, Sócrates demuestra a Polo que El límite del Poder es la Ley, pero por desgracia, en la realidad la política es otra y se practica sólo para el bienestar propio y no de los demás.

Respecto a cómo gobernar un país, Cicerón - Senador, Cónsul romano y uno de los estadistas más grandes de la humanidad - escribió una serie de apuntes haciendo los siguientes planteamientos: ¿Cuales son los pilares de un gobierno justo? ¿Que régimen de gobierno es el mejor? ¿Como debe conducirse en el cargo un gobernante? ¿Cual es el mayor mal que aqueja a un gobierno?, Cicerón hablaba no sólo desde el punto de vista teórico o académico, sino del práctico, ya que como abogado y funcionario, sus puntos de vista son de gran valor, nunca actuó como ciudadano o como político pensando en sus intereses personales o de su grupo, siempre actuó pensando en el Bien de Roma, pensando siempre en el Bien de la República, conducta que diferencia a un político de un estadista, y en este contexto sobre el Estado y sus gobernantes planteo las siguientes tesis: 1.- Existen leyes universales que gobiernan la conducta de los asuntos humanos. 2.- La mejor forma de gobierno es la que se basa en el equilibrio de poderes. 3.-El gobernante debe poseer un carácter y una integridad excepcional. 4.- El político siempre debe tener cerca a sus amigos; pero más cerca a sus enemigos. 5.-Todo político debe poseer una sólida formación académica. 6.-Los resultados gubernamentales dependen en mucho de la capacidad de negociación de los gobernantes. 7.- No hay que subir los impuestos si no es absolutamente necesario. 8.-La inmigración fortalece a los países. 9.- Nunca hay que iniciar una guerra injusta, y 10.- La corrupción es el principal problema de toda nación.

Pero centrémonos por ahora en el pensamiento de que todo político para que realmente lo sea, debe poseer una sólida formación académica, para Cicerón la tarea fundamental de todo político es la persuasión de los ciudadanos respecto de lo que debe seguirse para alcanzar una vida mejor de toda sociedad, sin embargo al igual que Sócrates creía que dicha tarea es imposible de realizar si el político no tiene un conocimiento profundo de las ciencias en las que pueda sustentar sus discursos, y en esta visión el político por necesidad debe tener un perfil académico. Cicerón vio y supo en los hechos, el daño que le hace al estado un político ignorante. Hoy, lo académico no se encuentra en los políticos acostumbrados a hablarles a ciudadanos ignorantes y zalameros, el político -de tales características- cree que con sus mentiras engaña a todos. Y, en este contexto, el ciudadano harto de escuchar el discurso de los demagogos ha terminado por caer en una peligrosa trampa: La de No querer analizar profundamente los problemas del país y así cualquier aventurero puede accesar al poder.

Sobre las bondades y debilidades de las formas de gobierno, los persas desde hace más de dos mil quinientos años ya discutían sobre La Monarquía, la Oligarquía y el Gobierno Popular. Formas de gobierno que en la actualidad se practican y se discuten. Por aquellos días se analizaba que la monarquía era peligrosa ya que constituía el poder en una sola persona y los súbditos estaban a merced de sus decisiones y caprichos. Del gobierno oligárquico expresaban que de ningún modo puede aprobarse que para huir de la altivez de un soberano se quiera ir a parar a la insolencia del vulgo que obra según le viene en gana sin saber porque ni porque lo hace, los defensores de la Oligarquía estaban en contra de que la autoridad cayera en manos de lo que llamaban vulgo y soez populacho, por lo que se debería escoger un consejo compuesto de los sujetos más capaces del estado, en quienes se debería depositar el poder soberano. De los tres gobiernos propuestos: el del vulgo; el de los nobles y el de un monarca; Ciro - a la postre rey de los persas- se inclinaba por la monarquía, porque siendo el poder en un solo hombre dañaba menos que los otros. De los oligarcas se decía que siendo muchos en dar pruebas de valor y en granjear méritos para con el público generarán envidias y aversión de unos contra otros lo que provocan enemistades y los conflictos de gobierno. Y del estado popular se aseguraba que en éste se anida el cohecho y la corrupción en todos sus niveles; 100 años después, los griegos daban su versión de lo anterior, hablaban del gobierno de un solo hombre, que si se ajustaba a la virtud y a la justicia lo denominaban Monarquía; caso contrario lo denominaban Tiranía. Si dicha representación se conformaba por los mejores hombres de dicha nación y los mismos gobernaban con apego a las leyes la denominaron aristocracia, caso contrario la denominaron Oligarquía. Y al gobierno del estado popular, lo nombraban democracia si el pueblo se ajustaba al gobernarse a las leyes; caso contrario hablaron de la oclocracia o gobierno de las mayorías, que para ellos no era democracia porque si no existía de parte de ese gobierno popular un apego a las leyes lo conceptualizaban como una anarquía. Estas seis formas de gobierno son las que actualmente prevalecen en el mundo; hoy en muchos países se da una mezcla de las mismas para constituir naciones con formas de gobierno mixtas.

Estudiando la historia, encontramos evidencias de la similitud que se dan entre el contexto político que vivió el imperio romano hace más de 1,900 años con lo que hoy acontece en nuestro país. En México como lo señaló el gran emperador romano Julio Cesar, se aduce que se compran los cargos públicos, y en consecuencia se señala, que el gobierno del país no está conformado por sus mejores hombres, por lo que se comenta que a esta situación se ha llegado por la relación perversa de corrupción que se da, desde hace ya muchos años, entre la gran mayoría de nuestros políticos y amplios sectores de la población, particularmente con la mayormente marginada. Esta visión de corrupción fue analizada por Marco Antonio Cicerón y otros grandes hombres de su generación como Julio Cesar, Catilina, Pompeyo, Sila, Arquias y Scaevola; entre otros. Para Arquias -maestro de Cicerón-, ni la plebe ni los hombres del poder eran confiables para la República, los primeros porque al dejarse convencer por las dádivas corruptas de los hombres del poder, se convierten en peores corruptos que éstos, y los segundos porque con sus ansias desmedidas de permanecer o de arribar al poder no les importa corromper o delinquir, por ello aducía que éstos dos grupos de hombres son los peores enemigos de toda República sana. Siguiendo este pensamiento y admitiendo tal tesis como verdadera, podemos, desafortunadamente elucubrar ante hechos recientes, que nuestra nación desde hace muchos años, se encuentra secuestrada por estos dos grupos de la sociedad; con las mismas consecuencias que tuvo Roma en su momento, un país que como en Roma, donde impera la corrupción, esto reconocido por la gran mayoría de los mexicanos, un país que como en Roma, con un estado de derecho muy débil; donde en muchas ocasiones ni el gobierno ni los ciudadanos quieren someterse al imperio de la Ley. Un país, que como en Roma, se implementan políticas públicas que se insertan en el populismo, confundiendo el apoyo a los sectores mayormente marginados con el otorgamiento de limosnas, que gustosamente aceptan muchos ciudadanos; cerrándose de esta manera ese círculo perverso de relación corrupta entre gobernantes y ciudadanos y un país con políticos que dicen a los ciudadanos lo que desean éstos escuchar, para atraerse la simpatía de los mismos y utilizarlos en sus fines aviesos de permanecer o ascender al poder, hechos que, como el caso del viejo imperio romano, no sólo no han resuelto los grandes problemas nacionales, sino que los han retrasado; generando, en la realidad, una nación con grandes rezagos en su desarrollo social y significativamente desigual, debilitando así, como en aquellos tiempos del viejo imperio, a nuestro país. La mayoría de los políticos de México, son desafortunadamente, sinónimos de corrupción e impunidad. Cualquier ciudadano puede observar, en este tipo de personajes, inmensas riquezas, proveniente de los impuestos que pagan los ciudadanos, particularmente los de clase media, que ha sido vilipendiada y hurtada, por esta clase de individuos. Políticos de todas las tendencias, del centro, de derecha o de izquierda; que la gente conoció con una vida modesta y de trabajo; a partir de que ocuparon algún cargo elección popular, o en la administración pública, de la noche a la mañana aparecen como ricos potentados. ¡Todos hablando a nombre de los ciudadanos de la democracia! ¡Todos deshaciendo entuertos y vengando agravios! que viven de la política y no para la política, pero como el veneno, la misma enfermedad contiene su antídoto, porque son los ciudadanos de un país y sólo ellos los que crean una situación degradante de todo país, luego entonces, atendiendo lo establecido por el artículo 39 de nuestra Carta Magna, es el pueblo quien puede enmendar los asuntos de nuestra República.

Coincido en que existen políticos intolerantes y aferrados a ideas pobres, muchas de las veces superadas por el presente, incapaces de soportar que alguien no comparta sus opiniones, mucho menos sus actos. Y con una autoridad sustentada en esquemas mentales con las que ordenan y explican las cosas y los hechos del paìs, se la pasan tratando a sus adversarios y detractores como enemigos o traidores, los que apenas asumen un puesto, ya están pensando a cual otro mudarse para mejorarse, la dignidad y el honor quedan muy atrás, ejercen el poder olvidando que en todo régimen político existen leyes escritas y no escritas, y que la violación de estas reglas implica tarde o temprano la pèrdida del poder, de sus riquezas y canonjías que los devolverán a su condición de simples mortales.

Por todo ello, se aduce que los Limites del Poder es la Ley en consecuencia el Poder No es la Ley, y que la mejor forma de gobierno es aquella donde impere la democracia, donde exista un verdadero y sano equilibrio de poderes, donde se abata la desigualdad social, donde se atiendan los problemas de educación, salud, vivienda y de pobreza, donde se atienda a la juventud que requiere de mejores oportunidades para hacer frente a los devenires de la vida, en suma donde verdaderamente se atienda y resuelva las demandas y peticiones del pueblo y donde políticos y funcionarios tengan una sólida formación académica que les permita realizar una sana administración con verdadera transparencia y que comprendan y atiendan al bienestar común haciendo a un lado los intereses particulares. ¡Sea pues!