FUERZA CORA: ES UN SISTEMA

Por Ángel Salas Bernáldez

22 / Agosto / 2017

Cuando escuchamos o leemos que un alcalde encara el problema de las aviadurías en su administración, no queda sino aplaudir sus buenas intenciones, pero por otro lado el escepticismo de los ciudadanos es general.

La gente que cobra sin trabajar es una práctica tan vieja que amenazar con combatirla es tanto como pretender tapar el sol con un dedo. Algunos munícipes se ufanan de cumplir su palabra pero, en los hechos, y sobre todo cuando la sucesión tiene los mismos colores y vicios, en realidad lo que hacen es abrir un campito a quienes vendrán a cubrir esas privilegiadas como ilegales posiciones. Y si no se negocia eso pues no hay problema, el gobernante entrante trae sus propios planes y compromisos con todo ese ejército de personas que ayudaron en la campaña.

Hasta ahí se cumple la promesa del nuevo Mesías de darle cobijo a quienes se la jugaron con él en la guerra electoral. El gran problema se presenta cuando esos cientos de parásitos se toman tan a pecho su papel y alegando derechos logran bases en la burocracia que les permiten, ahora sí, cobrar con un aire de suficiencia que raya en lo cínico. Así, gracias a las bendiciones del sistema, resuelven su vida por los siglos de los siglos ante la vista de una población con problemas de desempleo y demás.


NO LOS VALEN

A los transportistas les urgen las nuevas tarifas. El servicio público se presta con unidades con esa consigna en sus ventanas pero nada se habla de mejorar el estado físico de los autobuses y combis, de capacitar a los choferes que en muchos casos son verdaderos patanes a quienes sólo les importa cumplir sus tiempos sin tomar en cuenta los derechos del pasaje.

Un ejemplo: ha sido tradicional que la ruta Llanitos, en su ruta al centro desde La Cantera, no cumpla la totalidad de la ruta, concretamente por las noches en donde es muy común que en horarios tan tempranos como lo es las 8 de la noche los conductores simplemente le digan que ellos llegan hasta la Central Camionera, valiéndoles máuser si alguien va enfermo o con alguna incapacidad física como para caminar las siete u ocho cuadras que le separan de su domicilio.

Y aunque se les recrimine que no cumplan su ruta, por lo menos hasta la parte centro, los choferes (chamacos y babosos tal su estilo) se amachan y lo bajan a usted aún bajo un temporal como los que nos azotan en estos tiempos.

Si usted decide interponer su queja en Tránsito del Estado tenemos que decirle que es perder su tiempo, pues aunque parezcan interesados en su queja y se la tomen por escrito finalmente no se sabe si en realidad se actúa contra esta irregularidad, al contrario parecen avalar esa excusa del conductor del término de su tiempo.

Así, aunque un aumento resulta inevitable, la urgencia de los transportistas no concuerda con el tipo de servicio que prestan, y mucho menos con los 8 o más pesos que se pretenden.

Si se aumenta a 8 pesos (por poner un ejemplo porque los transportistas quieren más) nuestro servicio de transporte urbano estaría más caro que en Guadalajara y Puerto Vallarta, por citar dos ciudades. Y aunque quizá en el caso de Vallarta tampoco lo valga dado el mal estado y actitud de sus choferes, por lo menos allá es otro mundo en materia económica. Allá hay empleo de sobra en el ramo turístico mientras en Tepic, y en Nayarit sólo se puede aspirar a trabajar en una farmacia, en una tienda de autoservicio o en maquiladoras con sueldos de hambre.

Los únicos ciudadanos privilegiados son los empleados de gobierno, los políticos y el caciquismo transportista que llevan toda una vida explotando las necesidades del usuario sin regresarle nada a cambio.

Esa es la gran diferencia.

LA DUDA, COMO BENEFICIO

Se fue una legislatura y entra otra. Las expectativas son las mismas. Seguirán los mismos problemas sociales y las curules seguirán siendo plataformas para buscar posiciones de gobierno y poder.

Claro, no se puede generalizar y vimos diputados locales con un gran compromiso con la gente como Arturo Elenes y algunos otros por ahí, pero la mayoría pasaron de noche y sus cubículos en el Congreso lucieron cerrados o en el mejor de los casos atendidos por ayudantes cuya postura es harto conocida: el diputado no está, anda en una comisión.

Cuando se reflexiona sobre estos casos más se refuerza la impresión de que a los congresos no llegan los mejores perfiles ciudadanos sino solamente quienes tuvieron la suerte, el tino, de que sus partidos se le pegaran a los grandes y así llegar por la fuerza del carisma del candidato.

En la pasada elección así ganaron muchos las diputaciones, alcaldías y regidurías.

No ganaron los mejores. Ganaron de rebote y por la fuerza del 4 x 4 que muchas veces privilegia a los mediocres y perjudica a quienes verdaderamente tienen la capacidad y potencialidad de llegar a ser buenos representantes populares, y cuya única falla fue, y sigue siendo, postularse por partidos familiares, o de propósitos borrosos, en donde sólo se buscan los votos necesarios para conservar el registro.

Sin embargo también es justo darle a la nueva clase gobernante nayarita el beneficio de la duda. Nada se gana con la simple crítica, debemos sumarnos al trabajo, cada quien desde su trinchera.

En Nayarit ya pasó la elección y ahora sólo cabe hacer otra alianza, pero ésta de trabajo y compromiso para que las bellezas naturales del estado, sus vastos recursos en todos los ámbitos, armonicen con la calidad de vida de su gente que ya merece un periodo de tranquilidad económica y social.

Nada más. Cualquier otro sentimiento ya está fuera de lugar.