Estudia 2 carreras para investigar y crear; preocupa a su mamá que caiga en locura

12 / Septiembre / 2017

Por Oscar Verdín Camacho

Adán Felipe Rodríguez Juárez cursaba la carrera de Sistemas Computacionales en la Universidad Autónoma de Nayarit (UAN), cuando entendió que le faltaba un complemento: también debía estudiar Medicina para tener más conocimientos en la idea que se ha trazado: el de la investigación, el posiblemente no verse atendiendo a enfermos en un hospital, sino en la creación de aparatos que ayuden, por ejemplo, a personas con discapacidad.

Este joven de 25 años cuenta que en 2013, ya en la licenciatura en Sistemas, realizó su primer examen para cursar Medicina pero no quedó, pero sí tuvo cabida en Odontología, lo que le sirvió para afianzar conocimientos de Biología y Química que le hacían falta.

Durante ese periodo escolar, asistía a clases de Odontología de siete de una de la tarde, y a Sistemas Computacionales de dos a nueve de la noche. La Universidad se convirtió prácticamente en su casa.

Dice que hubo una época en que al despertarse se sentía mareado, y no sólo por dormir poco, sino porque la carga de estudios no disminuyó su gran gusto por la lectura: ha leído a Édgar Alan Poe, a Anne Rice, a Oscar Wilde.

Cuando uno lee no está solo, está con el autor del libro, comenta.

Con frecuencia le pasa que en clases está pensando en tareas de otras materias. Y su mamá María Isabel Juárez le ha comentado su preocupación de que, de tanto estudiar, un día sufra locura. Pero Adán confía que eso no sucederá. Ha tratado de disminuir el hábito de navegar por Internet, aunque ello no se detiene cuando se trata de artículos de ciencia.

En el 2014 realizó su primer Verano Delfín en la sede de la UdeG en Lagos de Moreno, Jalisco, con el investigador Jorge Hernández Contreras, en el que estudiaron la adicción al Internet de estudiantes de la UAN, Universidad Autónoma de Guerrero y la Universidad de Occidente, en Sinaloa. El resultado no fue alentador: la tendencia de la mayoría a depender del Internet que impacta en el estado emocional de las personas.

Cumplía ese Verano Delfín cuando se enteró que había sido admitido en Medicina, por lo que dejó Odontología, pero continuó yendo a clases mañana y tarde.

En el 2015 nuevamente acudió a Lagos de Moreno, pero fue en 2016, en su tercer Verano, cuando su idea tomó más forma, al trabajar con el investigador Francisco Javier Álvarez Rodríguez en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, puesto que ya era aplicar proyectos, tecnologías de ayuda para personas, por ejemplo niños invidentes.

Aunque ya está en la parte final de la carrera de Sistemas Computacionales, debe someterse al procedimiento de titulación; al mismo tiempo, ha iniciado el cuarto año de Medicina y aún le quedan el año de internado y el de servicio social, pero tiene claro que no se imagina como un médico tradicional, sino que lo suyo es la investigación, la ciencia, el desarrollo de nuevas tecnologías, crear equipos como la automatización de casas donde vivan personas con discapacidad y les ayude a ser más independientes.

Explica que estudiar dos carreras lo ha obligado a dar prioridades; no es un estudiante con altas calificaciones pero prefiere el entendimiento en las clases y la práctica.

Me jacto de que no hay tema del que no pueda hablar. También me apasiona el Derecho y leo mucho. Y por si fuera poco, por su cuenta ha aprendido un poco de inglés.

Hace tres meses, animado para asistir a otro Verano Delfín en la Universidad de Aguascalientes –junto a su novia Érika Jazmín Urciel Hernández, también estudiante-, la propuesta no fue aceptada inicialmente para dar cabida a más alumnos.

Cuenta que tocaron muchas puertas, habló con el rector Jorge Ignacio Peña y le platicó sus proyectos, por lo que se les ofrecieron recursos para cumplir ese verano. Añade que el presidente municipal de electo de Tepic, Francisco Javier Castellón, también les apoyó económicamente.

Y nuevamente habla de la emoción en este verano al trabajar con equipo de cómputo, con diademas que analizan el cerebro y aprender a leerlas con tarjetas. ¡Yo quiero crear!, resume sin ningún problema, pero también desearía algún apoyo –no más de 25 mil pesos- para adquirir el equipo en la Universidad y con el que pueda seguir investigando, en un enlace de las dos carreras.

Algún talento le habrá visto el investigador de Aguascalientes que le ha sugerido que realice una maestría en aquella Universidad.

Abunda que el estudiar Sistemas Computacionales le genera algunos beneficios porque se ha convertido en el técnico de su grupo de Medicina: es el que ayuda a otros estudiantes cuando fallan sus equipos de cómputo, la impresora, los celulares.

Si algún estudiante leyera esta nota, agrega que le pediría que le echara todas las ganas en su carrera porque, como algún día le dijo su papá Emilio Rodríguez, de eso van a vivir y lo que se aprende nadie se los podrá quitar.

En el encuentro con Adán Felipe, la mañana del sábado en la Biblioteca Magna de la UAN, narra una anécdota familiar: su hermano Emilio y su hermana Bianca son médicos. Hace unos meses, Bianca regresaba de Puerto Vallarta con su esposo y su hijo, de cinco años, cuando se aceleró el nacimiento de su segundo hijo. Y si, el parto fue en el autobús que se dirigía a Tepic. Lo singular es que el chofer se comunicó con un amigo suyo, médico de un hospital de Las Varas, municipio de Compostela, para pedirle orientación, y resultó que ese doctor era Emilio, el otro hermano. El autobús dio vuelta para dirigirse a Las Varas.

Si dicen que para serlo primero hay que parecerlo, si, Adán Felipe tiene la finta de que ese tanto estudiar le traerá cosas en un tiempo no lejano.