Numinor: NUESTRA MORADA (Cantos en lontananza)

Ángel Agustín Almanza Aguilar

18 / Septiembre / 2017

¡Qué duro es tratar de romper el silencio del Ser en la busca de la primea frase, de la primera palabra, de la primera letra, en esa ansia de fijar lo volátil de nuevo, de ser de nuevo algo en el vacío existencial! Palpar la Nada esa Nada donde flota el Yodo, donde eclosiona el equilibrio de la armonía de los eternos contrarios.

Silencio ahíto de sonidos, voces y espectadores de ansiedad; aullidos del Espíritu enmarcados en singulares acordes; fantasía encarnada en llanto, en indecibles gemidos. ¡Qué duro es tratar de romper el silencio en busca del rincón del Verbo! ¿Qué triste es palpar la Nada y olvidarse del Todo!.

En blanco tengo la mente y todo gira sin sentido, no hay mensaje alguno y no puedo dormir, mientras la dama pasa vociferando obscenidades y el agente, apurando el tráfico, engendran monótono ruido, y no puedo dormir. Aún el suelo anterior no se despide, mientras la dama azota, riendo, Abro la ventana El hombre mitad pide caridad y todos, todos le dan los buenos días; hoy desayuna miradas mientras el rico vomita.

El sol camina sobre los lomos de la gran ciudad y nadie atina al premio y se seca el costal del tonto, y el suelo me alucina, huyendo de mí: es un descanso activo. Es un tiempo donde es raro el viento, viento malo, extraño, con gente doquier, triste, muy tristes. Ví a los niños ver, a los viejos oír el viento, al viento caminar el rumbo y la dama callar. Un raro día nos envolvía y la extraña nube, al posarse sobre el césped, gemía. De rodillas caían muchos, de polvo eran los días, en ese extraño mal viento, viento malo.

Todo está embriagado de máscaras y la Real-realidad yace oculta; reflejos del gran enigma, misterio cobijando pesadillas. Extrañas criaturas vomitan su otredad a golpe de cincel y marro, y la Piedra no se pule, falta maña, y yo subo mucho, mucho, es mañana. Sequedad volátil, aérea, aquella noche, y no deja de aullar el viento; floto sin hundirme, y al hundirse floto. Subo mucho, esa mañana.

Errante por las soledades voy en la desesperación del vacío me encuentro, en este día; el oscuro y tenebroso mar siente el ancla en su vientre, con la rémora atrás. Todo un viscoso elipse de parto, humedeciendo a la Tierra, la negra Tierra. Y, estar en la Tierra es el problema, porque no sé volar, morar en lo alto ¡Vivir en el suelo, es morir en lo alto?.

Siempre disfrazándome de mí mismo, siempre tratando de Ser lo que fui; siempre en busca del viejo Proteo, siempr5e tras mis huellas. Sigo en el naufragio, las velas al viento aún siguen, en lontananza, y la Estrella es mí guía, un ¡Piloto de la onda Viva!; viaje sin fin, meta contemplada, ganas de ser el Ser. Beber de nuevo en el viejo vaso, beber licor de fuego; sentir el cincel golpeando mi rostro, transformarme de nuevo en Piedra. En esta prueba a ‘chorros’ salen las cosas, consolidándose el principio del fin. ¡Y había que seguir tratando! ¡No rendirse era la meta! El camino estaba allí, ¡allí de nuevo! Y, a golpe de Alarife, entrar queríamos. La cosa no cejaba, y en el golpe estaba la clave.

Cuando se cierre el telón de mi existencia y mi disfraz de carne se deshaga en el camerino del sepulcro; cuando mi máscara terrenal muestre mi natural calavera y el carnaval de mi vida descubra mi real identidad, entonces, y sólo entonces, podré actuar y libremente moverme ¡libre, sí, sin ataduras ni vanos elogios!.