FUERZA CORA: CUÁNTO JUEGAS, TANTO VALES

Por Ángel Salas Bernáldez

03 / Octubre / 2017

En el fútbol llanero, federado o libre, ser buen jugador puede brindar la oportunidad de autoemplearse. Ser chalán del fútbol, cobrar por militar en determinado equipo ha sido, y lo es ahora, una opción a la mano para quienes llegaron a una edad adulta sin tener las armas de una profesión propiamente dicha, reduciéndose sus posibilidades en el competido campo laboral.

Ante este negro panorama no queda más que escoger otras fuentes de ingreso alternas, y una de éstas lo es el fútbol.

Ser buen futbolista puede ayudar a enfrentar esta crisis existencial de quienes no se preocuparon o no pudieron estudiar una carrera universitaria.

Cobrar por jugar tampoco es fácil. Significa castigar el físico jugando dos y hasta tres partidos por semana que semanalmente les reditúa un ingreso de hasta mil pesos o más.

Las cotizaciones van de acuerdo a la trayectoria y fama del jugador, como haber sido profesional o bien tener una buena fama en las ligas citadinas y de los poblados.

Si bien técnicamente esta actividad no existe, tampoco ha permanecido en la clandestinidad siendo una vieja práctica a ojos vistos.

Sin embargo, como sucede en este tipo de convenios bajo el agua las sumas que se dicen cobrar nunca corresponden a la realidad. Si se le pregunta a un futbolista cuando le pagan en su club dará una cifra modesta cuando en los hechos cobra mucho más, o bien desmentirá que esté cobrando aunque todo mundo lo sepa.

Los dueños de los equipos suelen ser muy generosos a la hora de armar sus cuadros con jugadores que considera le pueden marcar diferencia en la cancha. No se les paga a todo el plantel pero por lo menos a dos o tres jugadores se les estimula de esta manera.

Algunos clubes son patrocinados por empresas y en esos casos el dinero no representa un problema, pero aún careciendo de respaldo en los equipos los directivos y aficionados se cooperan para completar los mil o mil 500 pesos que se le paga al jugador que por su experiencia, calidad y carácter garantiza buscar los campeonatos con una mayor efectividad.

En Nayarit, aún teniendo una historia futbolera de muchos blasones, los apoyos han sido modestos comparado con lo que ganan en otras latitudes, como Puerto Vallarta, por ejemplo, donde las poderosas ligas locales donde sus clubes pueden darse el lujo de hasta contratar a jugadores recién retirados del profesionalismo de alto nivel, todavía en plena forma física.

El fútbol porteño fue y sigue siendo - aunque ahora en menor medida - una especie de paraíso donde muchos jugadores nayaritas saborearon las mieles de un buen ingreso y una atención y detalles extraordinarios.

Los jugadores de este lado del Ameca, y los árbitros, siempre han sido bien recibidos en las ligas del puerto siempre reconociendo su calidad.

Pero esta costumbre tan arraigada tuvo también sus efectos negativos: muchos jóvenes con condiciones para sobresalir en el profesional mejor optaron por ser las estrellitas y los ídolos del barrio, mareados por los 200 o 500 pesos ganados por partido, la adulación fácil al calor de las cervezas.

Podría pensarse que en Nayarit, con tanta tradición futbolera, los ex profesionales retornan al llano con apoyos ventajosos pero no es así. En este tema vale aclarar que desde sus tiempos románticos el fútbol nayarita no se ha distinguido en este rubro pero las ganancias toman otras formas.

Jugadores con una mejor mentalidad y social y políticamente muy astutos, buscaron mejores condiciones como lo son un buen empleo en alguna empresa paraestatal o bien en la burocracia gubernamental o buscar placas de taxis.

Se debe puntualizar que muchos de ellos se prepararon para cursar estudios que les permitieron insertarse tanto en el magisterio como en otras áreas laborales más sustentables.

Cuestión de etiqueta. Lo otro es simple economía informal que al final de cuentas no deja nada a jugadores que basaron todas sus aspiraciones en torno a un balón, sin prepararse para encarar la vida.

EL ORGULLO

Ya lo citamos líneas arriba, el fútbol nayarita nunca ha sido muy espléndido en el tema de pagar jugadores, pero la excepción son los torneos de barrios que a diferencia de los campeonatos largos de AFEN son cortitos y muy productivos para los buenos jugadores.

Organizados mayormente en el curso de las festividades en colonias y barrios tanto en las ciudades como en el área rural, los torneos de barrios son altamente competitivos y seguidos por los aficionados debido al poderío de los planteles que se arman arman a golpe de dinero.

Apoyados por los norteños que vienen a las fiestas, muchos jugadores son amarrados hasta uno o dos meses antes de los torneos con sumas que van desde los 20 a los 40 mil pesos. Nada importa con tal de armar en el barrio un trabuco. Cuestión de fanatismo deportivo y orgullo territorial.

Sin embargo, y en un contexto general, los tiempos han cambiado las reglas. La misma dinámica social ya no permite jóvenes que finquen todas sus aspiraciones en el fútbol.

Las nuevas generaciones, mejor preparadas en los terrenos académico y mental ya no ven al balón como la base para hacerse de un presente y futuro.

Ahora ya no sólo están supeditados a que un equipo profesional local quiera admitirlos, sino que ya tienen otras opciones como las categorías Premier con sus tantas divisiones, apoyados por unos padres de familia que comparten esta corresponsabilidad con los promotores de estos proyectos.

¿Volverá con este cambio generacional el amor a la camiseta?, puede ser, aún seguirá la oferta y la demanda de piernas en el balompié del llano, pero se están dando pasos para quitarle esa carga a los equipos amateurs que ahora ya parecen más enfocados a cumplirle su pago a los técnicos, aunque tampoco sean apoyos impresionantes.

Difícilmente el fútbol urbano recobrará el espíritu verdaderamente amateur que su nombre indica, pero la mentalidad de los que vienen empujando ya es otra.

Ellos son futbolistas con otros parámetros deportivos, y jugar fútbol sólo es una práctica a la que le ponen pasión y corazón, no condiciones económicas.

Ellos ya tienen otras metas.