Numinor: Aquella Cantante de Ranchero (Y su apoteósico regreso)

Ángel Agustín Almanza Aguilar

07 / Noviembre / 2017

Aquella cantante de ranchero se miró al espejo y se dijo: ¡quedé nuevecita!. La lipoescultura que le había practicado el doctor Buenrostro –que le quitó grasa de la espalda, cintura y abdomen, para ponérsela en las nalgas (expresión académicamente correcta) – la había dejado, pues, como una ‘muñequita’ ¿qué habían sido para ella el gastar el cuarto de millón de pesos para contemplar la concretización de esa bella obra? ¡Nada!

Tenía 67 años aquella mujer, ahora con sus rellenos en sus pasadas imperfecciones. Su estancia en aquella cámara hiperbárica (que fue con el fin de oxigenarle sus tejidos y para que no se inflamara tanto) valió la pena. Ahora, ya cicatrizada, sin fajas ni masajes, anhelaba de nuevo presentarse ante su público; haría ejercicio, mucho ejercicio

Sus hermosos vestidos, que la esperaban con ansia, eran de talla pequeña y ya no entraba en ellos- Su reaparición debía ser espectacular, a pesar del peligro, el peor de ellos, que era el de la aparición repentina de una tromboembolia pulmonar. Pero todos los pacientes del doctor ‘Pretttyface’ nunca habían terminado así, aunque aún estaba en la memoria el hecho de que, años antes, al reventársele un viejo implante, formándosele tumores, y donde se le sacó más de un litro y medio de líquido gelatinoso, pudo morir.

Y, al fin se abrió el telón, y cantó como nunca, con sus vestidos superapretados. Los aplausos no se dejaron esperar. Lloró de alegría y su pecho comenzó a agitarse mucho, mucho, sin poder parar, hasta que sobrevino la tragedia: toda ella explotó, embarrando con excrecencias corporales al hasta entonces enardecido y extasiado público.

¡Todo un final de apoteosis lleno!