Numinor: Libros Encuadernados con Piel Humana

Ángel Agustín Almanza Aguilar

22 / Noviembre / 2017

El trabajo del señor Greed ha sido magnífico, puesto que él mismo curtió la piel y los detalles de la terminación de las tapas permiten apreciar que ha quedado bastante mejor que muchas otras realizadas con piel de cerdo.

Tales expresiones eran de un notable encuadernador del siglo XIX (1828), ante la obra del cirujano George Greed, quien había extraído un trozo de piel del cadáver de un criminal, de apellido Corder, ejecutado en la horca, y convicto de violación y asesinato de una joven –él era granjero– de la localidad de Red Barn, cerca de Poistead, en el condado de Suffolk, Inglaterra. La agraviada se llamaba Mary Martin Jones. La piel sirvió para un libro de poemas: Versos de Alexander Pope.

Otro caso, el de la famosa Biblia de Horwood Smith, acaecido poco antes de la ejecución de Corder, con otro criminal llamado John Horwood, ahorcado en Bristol, Inglaterra. Aquí un taxidermista, Richard Smith, fue autorizado a retirar la piel del muerto, para encuadernar esa Biblia, de gran tamaño, y que es considerado el libro de mayor dimensión encuadernado con piel humana. Tiene, en la parte interior un retrato a carbonilla del asesino, así como una certificación manuscrita del origen de la piel con que han sido forradas sus tapas. Luego, a guisa, a manera de decoración muestra varias calaveras en tinta roja que, algunos comentaristas conjeturaron, podría ser la misma sangra de Horwood.

En –Inglaterra, también– la Biblioteca Municipal de Exeter existe otro libro con la misma cuestión, con las tapas recubiertas con la piel de otro ahorcado en Devonshire, que envenenó a su esposa, y que se llamó George Clamore. Se trata de una recopilación de edictos municipales.

Muchos cadáveres de delincuentes famosos eran disputados por encuadernadores, en una macabra competencia. Pueden citarse los de Philip Thurdel y el de T.S. Cadwall, el primero que asesinó a garrotazos a un anciano prestamista (1834), y el segundo por haber violado a una florista ciega.

Ahora, un texto clásico, ‘El Príncipe’, de Maquiavelo, edición 1648, que se encuentra en la Biblioteca de Bath, se tapizó, finamente, con la piel que se extrajo de un enfermo sin posibilidad de vivir ya, según se lee en el dorso de la tapa.

Bien, pero los franceses no se quedaron atrás de los ingleses en este arte tan repulsivo, y así, durante su revolución –según afirma el historiador Michel Tareux (1798)– los miles de guillotinados ofrecieron una cantera de piel de nobles. Muchos ejemplares de la obra ‘Los Derechos del Hombre’, de Thomas Paine, fueron encuadernados con la piel de los nobles que tanto se burlaron del pensador revolucionario. los cortesanos de Luis XVI se reían de las teorías de Paine pero, finalmente, sus epidermis sirvieron para encuadernar la segunda edición de la obra, comenta el prestigiado historiador Thomas Carlyle, en El Asalto de la Bastilla. Agreguemos que –se llegó a afirmar– un ejemplar de la Constitución de 1793 fue encuadernado ‘con la suave y tersa piel de la princesa de Lamballe, que tantas noches de placer compartió junto con María Antonieta’. El libro desaparecería en el asalto a parís por las tropas prusianas, durante la represión del alzamiento de la Comuna, y se ignora si fue robado o se convirtió en cenizas bajo los restos de algún edificio parisino.

Pero también hubo casos donde esa ‘Sui Generis’, esa peculiar, especial y singular pasión artesanal llegó a confundirse con pasiones de otro tipo.

Así, hubo un hombre que ordenó desenterrar el cadáver de su amada, apenas de los deudos se retiraron del cementerio, el ubicado en un lugar llamado Allesan. Luego, con la piel de aquella mujer que amó hasta la locura, encuadernó una carpeta de poemas que él había escrito para ella, documento donde escribió: en su contacto nos aproximan al ser que ya no está entre nosotros. Ese personaje era el célebre astrónomo Camilo Flammarión.

(Fuente: Historia Ilustrada. Ricardo Urioste. –No tenemos la fecha de publicación–).