¡Yo tengo un hijo desaparecido!, ¡yo tengo tres!, ¡yo una hija!, ¡yo un hermano!,
¡yo mi papá!...

31 / Enero / 2018

Por Oscar Verdín Camacho

Apoyándose en una mesa para escribir, decenas y decenas de personas anotaron su nombre en hojas previamente dispuestas, su teléfono y el nombre del familiar que está desaparecido, concentrando ahí los sentimientos de tristeza, de impotencia, de desesperanza.

Pasa de la una del mediodía de este martes y un auditorio con unas 100 butacas resulta insuficiente ante tantas gentes que quieren saber de los suyos en esa impresionante lista de desaparecidos, de esa violenta racha de levantados, de estos meses y años en que no se sabe el paradero de muchos.

Hay lágrimas lloradas y muchas que siguen guardadas.

El fiscal General de Justicia Petronilo Díaz Ponce Medrano encabeza una reunión de funcionarios de la dependencia y en la que también participan especialistas de la División Científica de la Policía Federal y de la Procuraduría General de la República (PGR).

Varios funcionarios toman la palabra para dar explicación del trabajo minucioso que se realiza en los 33 cuerpos –uno ya entregado a su familia- encontrados a mediados de enero en fosas del ejido Pantanal: de medicina, criminalística, antropología, odontología y fotografía forense, del especial lavado de la ropa y calzado encontrados, de la toma de muestras para conocer el ADN de los occisos y compararlo con el de posibles familiares, de una revisión de piezas dentales, de tantas y tantas cosas que puedan corroborar el sexo, la posible edad o estatura de las víctimas.

Las tomas para el ADN son enviadas a la Ciudad de México para su análisis, con la debida cadena de custodia.

Los parientes de los desaparecidos sufren la ausencia y quieren saber de resultados, pero estos no serán pronto: se anuncia que tan sólo entre el 19 y 23 de febrero de manera simultánea se realizará la semana estatal para la toma de muestras de ADN de familiares de desaparecidos, en Tepic, San Blas, Rosamorada, Ixtlán del Río y Bahía de Banderas, cuyos resultados serán añadidos a una plataforma nacional. Cualquier persona podrá asistir a los módulos que se establezcan.

Ante el reclamo y la desconfianza externada por varios asistentes, el fiscal insistió que se trata de un proceso lento pero en el que no debe haber fallas cuando los cuerpos sean entregados. Recordó que el Laboratorio de Genética Forense de la Fiscalía estaba abandonado y no tenían ni guantes para procesar las muestras.

Díaz Ponce añadió que hace no mucho tiempo la gente no denunciaba una desaparición por miedo o por desconfianza en la Fiscalía, por lo que pidió: no nos pueden pasar la factura de lo que sucedía en épocas recientes.

Según pudo advertirse, muchos de los asistentes esperaban que se les mostraran fotografías cuando menos de las ropas que traían los cuerpos hallados en las narcofosas. Pero no fue así, y es que, volvió a repetirse, no era de lavarlas y ponerlas a secar al sol, sino de un tratamiento acorde a protocolos de actuación.

Fue impresionante la concentración de tantas personas con un mismo dolor.

Impresionante la cara de una señora que se mantiene de pie y, mientras escucha en silencio, seca sus lágrimas con una servilleta, mientras un familiar la abraza por la espalda.

Impresionante ese señor que se pone de pie y dice: ¡yo tengo tres hijos desaparecidos! y después la voz se le quiebra, se le corta, que llora pero alcanza a añadir que le da su confianza a la Fiscalía y reconoce que con el ADN pueda realizarse la búsqueda en otros estados.

Otro familiar considera necesaria la participación de un particular, representante de ellos en los trabajos de identificación, y es que, añade, tan sólo la recuperación de los cadáveres dejó mucho que desear.

Una señora señala que tiene un hijo desaparecido y pregunta si el equipo de la División Científica y de la PGR es de primer nivel. Le responden que sí.

Otra mujer que busca a su esposo pide a los funcionarios que hagan bien su trabajo: es un martirio para nosotros vivir así. Estamos muertos en vida. ¡Queremos confiar en ustedes, pero no podemos!.

Por momentos la reunión amenaza con salirse del orden establecido y varios levantan la voz con molestia. ¡Yo tengo tres desaparecidos!, ¿díganme dónde más los buscó?.

Un funcionario federal responde:

Si ustedes creen que esto es una mentira, nos vamos de aquí. Esto no es de la noche a la mañana, no tengo un tiempo todavía, señala respecto a cuándo se tendrán resultados definitivos.

De acuerdo con los datos ofrecidos, se pide que las muestras para el ADN las ofrezcan los padres del desaparecido; es decir, familiares de sangre.

Una mujer indica por su parte: mi hermano tiene seis años desaparecido, por lo que su caso también será añadido.

Yo tengo desaparecida a una hija, señala una señora que afirma contar con datos sobre los responsables, pero critica que no se le da seguimiento a ello.

Otra mujer comenta que desconoce el paradero de su esposo desde el 2011, por lo que pregunta cómo podría saber si fue encontrado sin vida y sepultado en una fosa común.

Teniendo en brazos a un niño, una mujer indica a este reportero que ella busca a su papá, desaparecido en junio del 2017 cuando un grupo de sujetos armados entró por él a su casa.

Así, habrá que esperar el resultado final de los análisis científicos y otras evidencias que establezcan la identidad de esos 32 cuerpos, puesto que cadáver restante fue identificado por un tatuaje, una ficha puesto que anteriormente estuvo detenido, y por un estudio de ADN, según se precisó.

A la reunión asistieron en su mayoría personas adultas, pero también niños: son los huérfanos de los que un día desaparecieron.