Numinor: Una Oración Infantil -(In Memoriam de Selene y Teddy)-

Ángel Agustín Almanza Aguilar

23 / Febrero / 2018

Era una tarde-noche de finales de invierno, lloviznaba y había mucha neblina, cuando la pequeñita, agarrando una mantita de su hermanito menor, díjole cariñosamente: Mijo, ven, te quiero enseñar algo. ¿Te acuerdas cómo mamá nos enseñó a platicar con Diosito?.

El pequeñín, que empezaba a balbucear apenas algunas frases, asintió con su cabecita y, sonriendo, se hincó y juntó sus manitas, cerrando sus ojos ¡Entrecruza, aprieta bien fuerte tus manos, las palmas, y espera!, le instruyó la niña, al tiempo que le ayudaba a ello: ¿Qué sientes, dentro de ellas?, le inquirió.

El hermanito, al poco rato, expresó maravillado: ¡Aquí hay alguien! Se siente como un corazón La hermanita exclamó con mucho entusiasmo: ¡Sí, sí! ¡Ahí hay alguien! Como que late algo, ¿verdad?. El pequeño respondió: Si, ¿qué es? Abrazándolo, la niña le contestó, y pidió al mismo tiempo, hincándose junto a él y uniendo, también, sus manitas del mismo modo: Pues Diosito, que te está escuchando. ¡Anda, háblale; te vá a oír!

¿Qué le pidieron al Todopoderoso?

Sólo Él lo supo. ¡Ah, la hermosa Fé de las niñas y los niños! Y, ¿usted ya ha sentido ese latido en el hueco de las palmas de sus manos al hacer oración? ¡Hágalo, sienta la Vida del Espíritu, y no deje de creer en el Hijo de Dios, en Cristo. Jesús, en la Gran Obra Redentora de esa ‘Luz-Fuego hecho Carne’.