Numinor: El difícil arte de ser mujer y pensar

Ángel Agustín Almanza Aguilar

04 / Mayo / 2018

Bajo este título la Doctora Ernestina Jiménez –investigadora del Departamento de Historia y Filosofía de la Facultad de Medicina de la UNAM– nos ofrece una muy interesante reseña de las mujeres que se han dedicado a la ciencia y la filosofía en todas las épocas y que en algunos casos dieron la vida por ello: Las mujeres de ciencia han sido sistemáticamente ignoradas, no reconocidas y finalmente olvidadas, incluso suprimidas de los libros de historia y hasta ridiculizadas. Recordemos aquél refrán: ‘Mujer que sabe latín, ni tiene marido, ni tiene buen fin’ Su obra ha sido expropiada de diferentes maneras y atribuida a los hombres Entre ellas se encuentran –aparte de músicas, literatas o poetas– astrónomas, físicas, matemáticas, filósofas y por supuesto médicas (‘Médico Moderno’, noviembre de 2004).

En lo personal, ya habíamos publicado en el, diario ‘Gente&Poder’ algo sobre algunas de ellas, como Agnodice, Hipatia de Alejandría, Emile de Betrevil, y Sor Juana Inés de la Cruz, y ahora nos dimos tiempo para, en cierta manera, recordar este tema. Veamos, pues.

En el antiguo Egipto existían escuelas de medicina, donde estudiaban mujeres, como en Heliópolis y Sais, lo mismo que en Mesopotamia. En la Grecia prehipocrática encontramos a las hijas de Asclepio, Higiea y Panacea, al par que otra contemporánea, Agamede. De Agnodice habíamos escrito que se vestía de hombre para poder estudiar medicina en la escuela de Herófilo, en Alejandría (S. III a.C.).

Dos notables mujeres, médicas romanas, que escribieron textos y fueron profesoras, Lais y Filistea, son mencionadas en las obras deme Plinio, Sorano de Éfeso (Se. II a.C.), y Galeno. Una colaboradora de éste, en la escuela de medicina de Monte Esquilino, en Roma, fue la famosa Antioquis, especializada en la artritis y las enfermedades del bazo. En esos tiempos andaba también la griega Metrodora, quien escribió un tratado sobre enfermedades del útero, del estómago y los riñones. Otras médicas, contemporáneas del citado Galeno (S. II a.C.), fueron Aspasia –que no la amiga de Pericles– y Cleopatra –que no la reina de Egipto–. La primera, grecorromana, era especialista en ginecología y obstetricia, y la segunda, romana, escribió un texto de genética, que se estudió hasta el siglo VI, es decir, durante 400 años.

En la Edad Media aparece una gran erudita, con conocimientos claros y elevados y un latín refinado y perfecto, pero por ello un estúpido hombre, un historiador austriaco del S. XIX, la eliminó de la historia, ¡porque una mujer no podía saber todo ello!... Otra científica medieval, lo es Trótula (S. XI), que también fué borrada de los textos de historia médica, por palurdos hombres que no podían aceptar la realidad de la existencia de mujeres así de pensantes

Tenemos, asimismo, a una monja, científica (S. XII), que escribió textos de astronomía y una extensa enciclopedia de historia natural, aparte de escritos místicos. Su libro ‘Liber Simplices Medicine’ fue usado como texto en la Universidad de Montpellier durante varios siglos. Hablamos de Hildegarda de Bingen.

En Francia surge, en el S. XVI, una mujer dedicada a la obstetricia, Luisa de Burgois, cuyo tratado, muy completo sobre esa especialidad, fue considerado importante por 500 años.

Durante los siglos XVI, XVII, y XVIII, la entrada a las universidades era negada a las mujeres. En el XIV, hubo una que fue pediatra y ginecóloga, graduada e Holanda en 1879, y que hizo algo muy notable para su época como lo fue el fundar la primera clínica de control natal en el mundo: Aletta Jacobs.

Elizabeth Garret (Inglaterra, S. XIX), estudió con maestros particularmente porque se le negó la entrada a la universidad y, al presentar sus exámenes a título de suficiencia obteniendo la máxima calificación, ante su admirable inteligencia, se le llegaría a pedir que mantuviera su éxito en secreto, ¡para no lastimar a los alumnos varones! Pero, al sólo ella responder efectivamente unas preguntas que hizo un profesor visitante a l ‘London Hospital’, ante un grupo de médicos presentes, los estudiantes varones solicitaron su expulsión yse le prohibió asistir al hospital.

En los EUA nació la primera médica del S. XIX, Elizabeth Blackwell, y en nuestro México Matilde Montoya. Un caso curioso lo es de la médica Lady Mary Montagu quien al viajar a Turquía (1717) observó allá que las mujeres que tenían contacto con la ciruela de las cacas quedaban inmunizadas. De regreso a Inglaterra quiso interesar al cuerpo médico de esta técnica inmunizadora, pero no obtuvo respuesta. Empero no se rindió y logró interesar a la princesa Carolina, quien hizo inocular a su propia hija y probó también con seis niños huérfanos y con varios prisioneros. Todos se libraron de la viruela en la epidemia siguiente. La práctica se extendió –nos dice la Dra. Ernestina– a pesar de la oposición de los médicos y de la Iglesia. En ese siglo la viruela mató a 60 millones de personas en el mundo. A Lady Montagu no la mencionan los libros de historia y el mérito se lo adjudica a Jenner, quien hizo lo mismo, pero 50 años después.

Luego la autora de este trabajo nos hace pasar a otras actividades científicas de las mujeres, como los campos de la astronomía, las matemáticas, la filosofía y la botánica. Y aquí vamos

Hipatia de Alejandría (S. IV d.C.) fue considerada como la mujer científica más importante de la historia, hasta que apareció Madam Curie. En la época que le tocó vivir, a finales del siglo citado, en el imperio romano imperaba el cristianismo y los jerarcas de esa iglesia tenían como herejía el estudio de la ciencia y la filosofía. El padre de Hipatia era astrónomo y matemático y la educó en esas ciencias, luego, a su regreso a Alejandría, enseñó filosofía, también. Escribió comentarios sobre Euclides y Ptolomeo, así como un Canon Astronómico y diseñó un astrolabio para medir la posición de las estrellas, y muchas cosas más. Su inteligencia era muy brillante. Explicaba claramente a platón y a Aristóteles, y nunca se convirtió al cristianismo, lo que provocó que, por influencias de un demente patriarca, de Alejandría, llamado Cirilo, que comenzó a perseguir a judíos y paganos, ella fue cruelmente asesinada. Leamos lo que escribe la Dra. Ernestina: Un grupo de monjes cristianos fanáticos la asaltó en la calle, a empeñones la bajaron de su carruaje, la arrastraron a la iglesia, la desnudaron y con caracoles marinos afilados la tasajearon hasta matarla, luego la descuartizaron y quemaron sus pedazos hasta convertirlos en cenizas. Esto ocurrió en el año 415 de nuestra era. El patriarca Cirilo, promotor de este crímen, a su muerte fue canonizado y veneraron en los altares como santo

En el campo de las astronomía se menciona a inteligentes mujeres, de los siglos XVII y XVIII: María Cunt, María Kirch, María Muller, Nicole Lepaute y –ya entre el siglo XVIII y el XIX– Carolina Herschel.

En filosofía a Madame de Chatelet, Emule de Betreuil; en matemáticas a Mary Somerville. ¡El difícil arte –pues– de ser mujer y pensar!