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Las tonterías que uno hace!
Francisco Javier Nieves Aguilar
13 / Julio / 2018
Sus ojos son tristes, sus manos lucen agrietadas por los trabajos rudos que realiza. Dice que se llama Esteban Pérez, que tiene 76 años y durante toda su vida ha sido jornalero.
Es un trabajo duro, duro y muy rudo, pero uno va sacando para comer, manifiesta el señor, con una voz apenas perceptible. Su tono al hablar es muy bajo, casi murmura.
Cuenta que se siente cansado porque aunque no tiene hora para empezar ni para terminar, generalmente labora de siete a 12 horas, casi siempre sin parar.
- Saca uno... saca uno para algunas cosas nada más-, refiere el septuagenario. En cada frase se detiene un momento para retomar el aire:
- Ya nomás se hace viejo uno... y empieza a faltar el aire. Así es con la vejez.
Pero no todo es culpa de su edad. Don Esteban reconoce que fue muy fumador durante su juventud:
- Era un vicioso del cigarro. Fumaba mucho; a cada rato.
Atribuye su voz rasposa también al cigarro y confiesa que antes de desayunar ya estaba fumando, a veces podía ser antes y después de cada comida. Sonríe y suelta de manera repentina una carcajada:
- ¡Las tonterías que uno hace!
El anciano tiene siete hijos. El menor tiene 13 años y el mayor 25, pero ya ninguno estudia. Todos trabajan, los mayores en la obra y los más chicos son asistentes en el campo. Sólo el más grande cursó la primaria completa, los demás llegaron hasta el tercer grado.
- Uno sin estudios no les puede decir que sigan en la escuela, no les gusta y uno no puede decirles que sigan, me dicen ‘¿para qué?’ y ni modo... así le deja uno.
Don Esteban dice que él sobrevive para mantener a sus muchachos. Viaja en su triciclo de un sitio a otro, recorriendo las diversas colonias de Ixtlán, en busca de material que pueda reutilizar en su vivienda o vender a buen precio.
- Eso sí; ellos nada de vicios-, advierte antes de retirarse, apurado porque sus hijos más chicos se encuentran solos en casa. Nada de nada; o les digo que van a acabar peor que uno.
El señor se sube lentamente a su triciclo y comienza a pedalear pero el cansancio lo agota y nuevamente se baja para continuar a pie, apoyándose del móvil para caminar.