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¡Algo no encaja!
FRANCISCO JAVIER NIEVES AGUILAR
26 / Septiembre / 2018
¿Te has puesto a pensar en la mala fama que tienen los burros? De todos los animales son los menos fashion o cool. Ninguna persona diría, Yo quiero ser como un burro; porque para nosotros, burro es sinónimo de tonto, lelo, torpe, bobo, etc.
Hay muchas personas que se sienten como burros. Sienten que no valen, que son torpes, que nadie les tiene en cuenta, que jamás van a hacer algo importante, que serán eternos desconocidos, que a nadie le importa si están o si no están.
No todos se sienten especiales y únicos. Miles de jóvenes viven angustiados, avergonzándose porque sienten que no son los que quisieran ser. Se sienten los burros de sus propias historias. No conocen el valor que tienen, porque construyeron una imagen distorsionada de sí mismos.
Dentro de estos burritos están los que sienten inferiores y los que sienten superiores. Dos puntas opuestas que parten de una mala autoestima, de una falsa apreciación de sí mismos.
Antes de seguir quiero recordarte que la autoestima es cuánto nos queremos y nos valoramos a nosotros mismos.
Dios conoce aun lo profundo de nuestro ser. Él tejió cada centímetro, cada pulgada de nuestro cuerpo. Nada se ha escapado de su voluntad y todo lo que Él hace es bueno. Por eso siempre me pregunté: Si lo que Dios hace es siempre perfecto, ¿Por qué nos sentimos tan insatisfechos por cómo somos?... La respuesta es que la forma en que nos vemos a nosotros mismos no coincide con la forma en que Dios nos mira.
Y esto nos pasa a todos, incluyendo a los que no parecen perfectos. Porque es una gran mentira que los lindos sólo por ser lindos son felices.
Tal vez piensas que los populares, los atractivos, los ricos, los musculosos o los inteligentes no pueden tener una mala construcción de la autoestima. ¡Te equivocas! todos tenemos las mismas necesidades.
Si hiciéramos una lista de los mejores, nos daríamos cuenta que en el mundo podrían ser felices unos 100 o 150 jóvenes. ¿Qué pasaría con los miles de millones restantes? ¡Hay algo que no encaja!
¡Fueron, son y serán felices aquellos que saben hacer lo que a Dios le agrada! Cuando pensamos que la felicidad llegará por estar entre los 100 o 150, nos desvivimos y lo erramos al objetivo. En cambio muchas personas que llegaron a tener el privilegio de ser una estrella se dieron cuenta de que la felicidad no se encuentra en el podio ni en el pedestal.
La verdadera satisfacción no se logra por la hermosura o por ser exitoso, si no por sentirse valiosos.