Uno crece cuando

FRANCISCO JAVIER NIEVES AGUILAR

03 / Octubre / 2018

Pasaba de las siete de la mañana cuando nos encaminamos hacia la plaza. Tenía bastante tiempo que no observaba el trajín matinal. Yo me encargué de mi nieto Juanito. Lo tomé de la mano y recorrimos el portal de la purina, ¡Fregado chiquillo!, a todos los comercios quería meterse
De ahí nos dirigimos al parque Morelos, la subí a las guarniciones de los verdes prados y nos sentamos uno ratito al pie del monumento al hijo ausente, ahí donde emergía anteriormente la hermosa fuente. A lo lejos miré la escalinata del cerrito de la cueva y al lado contrario el imponente volcán El Ceboruco. Avisté al portal quemado, los templos de San Francisco y de la Sagrada Inmaculada, y en fin.
Nos sentamos en una de las bancas de acero y de pronto me puse a meditar: ¡Cuán bella es la vida!; pero también ¡Cuántos vericuetos se encuentra uno en el camino!
Imposible atravesar la vida sin que un trabajo salga mal hecho; sin que una amistad cause decepción; sin padecer algún quebranto de salud; sin que nadie de la familia fallezca; sin que un amor nos abandone; sin equivocarse en un negocio. Ese es el costo de vivir.
Sin embargo lo importante no es lo que suceda, sino como reaccionamos nosotros.
Si te pones a coleccionar heridas eternamente sangrantes, vivirás como un pájaro herido incapaz de volver a volar.
Uno crece cuando no hay vacío de esperanza, ni debilitamiento de voluntad, ni pérdida de fe. Uno crece al aceptar la realidad y al tener el aplomo de vivirla. Crece cuando acepta su destino, y tiene voluntad de trabajar para cambiarlo.
Uno crece asimilando y aprendiendo de lo que deja detrás, construyendo y proyectando lo que tiene por delante. Crece cuando se supera, se valora, y da frutos. Cuando abre camino dejando huellas, asimilando experiencias ¡Y siembra raíces!
Uno crece cuando se impone metas, sin importarle comentarios negativos, ni prejuicios, cuando da ejemplos sin importarle burlas, ni desdenes; cuando se es fuerte por carácter, sostenido por formación, sensible por temperamento, ¡Y humano por nacimiento!..
Cuando enfrenta el invierno aunque pierda las hojas, recoge flores aunque tengan espinas y marca camino aunque se levante el polvo.
Uno crece ayudando a sus semejantes, conociéndose a sí mismo y dándole a la vida más de lo que recibe. Uno crece cuando se planta para no retroceder; cuando se defiende como águila para no dejar de volar; cuando se clava como ancla en el mar y se ilumina como estrella. Entonces, uno crece.