Hablando de mendigos

FRANCISCO JAVIER NIEVES AGUILAR

11 / Octubre / 2018

Caminábamos rumbo al Portal Redondo con la intención de comprar una nieve de garrafa, antier, cuando al llegar a la esquina de Hidalgo y Allende, avistamos a un indigente que pedía ayuda a una robusta mujer. Mira - dijo César-, ayer andaba ese limosnero en Ahuacatlán

No dije nada. Me quedé pensando en aquella frase, pero al regresar a casa volvió a surgir la imagen de ese limosnero de piel blanca, desaseado y aparentemente hambriento Reflexioné entonces:

No solo son Mendigos los que andan por las calles mal vestidos, pidiendo de comer o beber porque tienen hambre, sed o frío. Hay en muchos rincones del mundo, miles de limosneros escondidos; elegantes, con techo, pan y vino; pero carentes de amor y sintiéndose por dentro vacíos.

Mendigos de un abrazo, de consuelo, de un beso, una mirada, de la presencia de un verdadero amigo o simplemente de una palabra de cariño.

Mendigos que sienten vergüenza de admitir que aunque tienen todo lo material, viven en la pobreza espiritual y se sienten frágiles como niños.

Mendigos que darían todo lo que tienen por encontrar el verdadero amor o hallar dentro de sus familias la paz y el calor de hogar.

Mendigos que temen volver a amar, porque ya bastante han sufrido han sido traicionados y heridos, tienen miedo de confiar.

Hay muchos hombres y mujeres que les cuesta aceptar y expresar la necesidad tan grande que tienen de sentirse realmente amados y valorados.

Madres que imploran la atención de sus hijos; abuelos olvidados, niños y jóvenes que aunque lo tienen todo, se sienten por sus padres abandonados.

El amor y la amistad –pensé no se deben mendigar, se merecen por dignidad; fue la herencia que a todos sus hijos Dios por igual ha dejado.

Pero aún así son demasiados los corazones rotos; que aunque por fuera se ven elegantes y bien vestidos; realmente en su interior están destrozados.

¿Cuántas veces hemos pasado por el lado de mendigos de amor y ni siquiera cuenta nos hemos dado, los hemos ignorado?

¿Cuántas veces hemos juzgado mal a personas que hacen lo que hacen, porque están hambrientos de ternura y afecto y nadie se los ha dado?

A lo mejor tú o yo algunas veces nos hemos sentido carentes de cariño y anhelamos que alguien nos devuelvan la ilusión, lográndose reparar y fortalecer nuestro corazón. Son esos momentos en que nos sentimos tan solos y deprimidos que creemos perder la razón.

Seamos de aquellos que son capaces de brindar a todos amor y amistad, hagamos que amando sin distinción, logremos acabar con esa mendicidad; para que podamos construir un mundo mejor y pueda reinar por fin la paz en cada rincón.