CON PRECAUCIÓN: Un programa de vivienda muy desvirtuado

Por Sergio Mejía Cano

11 / Diciembre / 2018

Podría ser muy probable que a alguien le haya parecido que estaba mal en un principio el programa del Instituto Nacional para la Vivienda de los trabajadores (Infonavit), debido a que los primeros trabajadores que resultaron beneficiados con dicho programa pronto terminaron de pagar las casas que les habían proporcionado; y ese alguien también pudo considerar que en lo sucesivo se tendría que adecuar el programa porque tampoco era viable que se les proporcionaran casas dignas como fueron las que se otorgaron en el inicio del programa.

Y ese alguien también creyó que no era posible que se les entregaran por sorteo porque cualquiera se podría hacer de una casa, aunque se supone que para eso fue creado este programa en el entonces incipiente gobierno de Luis Echeverría Álvarez, allá a principio de los años 70 del siglo pasado. Así que se ideó que se redujera el tamaño de las casas que se tendrían que fiar a los trabajadores y desde luego pensar en cómo sangrar aún más a la clase trabajadora, así que había que inventar cómo los créditos que se les dieran generaran enormes intereses, para que este programa del Infonavit fuera negocio, si no, pues cómo.

De modo que si en un principio las primeras casas entregadas a los trabajadores por el Infonavit fue a través de un sorteo en donde sin ver colores, sindicatos, creencias y preferencias, sino con el simple hecho que no tuvieran vivienda registrada ante el catastro del lugar de su residencia ni ninguna otra parte del país, con el único de ser trabajadores tenían derecho a participar en ese sorteo y si salían favorecidos, pues ahí tenían su casa de dos plantas, tres recámaras, baño y medio y hasta cochera; y por si fuera poco, muy baratas, tan baratas que la mayoría de los primeros trabajadores beneficiados con esas primeras casas del Infonavit, a los diez años ya las habían terminado de pagar.

Así que ese alguien lo pensó mejor y debió haber pensado que para qué tanta casa, ya que con una sola planta tenía una familia, por lo que la segunda entrega ya fueron casas de una sola planta pero aún con tres recámaras y cochera; pero, y el pero que nunca falta, tal vez a ese alguien se le siguió haciendo mucho, así que ya para la tercera entrega se decidió que en un solo trozo de terreno podrían vivir dos familias, una encima de la otra obviamente, así que se construyeron las casas dobles, pero eso sí, una independiente de la otra, y para qué tres recámaras si con dos bien se podría acomodar la familia, y para qué baño y medio si con medio baño podrían vivir felizmente; y además, para qué tan grandes las recámaras si con que cupiera una cama matrimonial en una y una individual en la otra era más que suficiente. Ah, pero de todos modos están muy baratas, debió haber dicho ese alguien, así que le pondremos un precio barato a esas casas, pero con los intereses haremos que un trabajador pague el precio de tres de ellas con el cuento de los intereses y entonces así sí será negocio, si no pues cómo.

Pero como tal vez a ese alguien se le siguió haciendo mucho desperdicio de terreno el fincar nada más dos casas en un solo espacio, entonces qué mejor que hacer condominios habitacionales con apartamentos con dimensiones todavía más reducidas, al fin y al cabo si en un principio hubo quien protestara porque estaba comprando en el aire y sin llegar a tener un pedazo de terreno, ahora ya nadie diría nada si le tocaba en un cuarto piso su apartamento, ya que para eso se había hecho pensar a la clase trabajadora que peor es nada, con el cuento de los bajos salarios y que no alcanzaban la puntuación requerida para ser dignas de un crédito del Infonavit y además con el cuento también que si no estaban afiliados a un sindicato, el que fuera, jamás podrían obtener el derecho a un crédito.

Queda claro que el programa para el que fue creado el Infonavit se desvirtuó de tal manera que antes sin tantos requisitos el trabajador podía adquirir su vivienda, pero después vinieron el tener que juntar tal cantidad de puntos y tener un buen salario y no nada más el mínimo, porque los que ganaran el mínimo ni soñar acercarse al Infonavit; y antes a los diez años la mayoría ya había pagado su casa, que no un crédito. Sin embargo, hoy en día pasan cinco años de haber adquirido un crédito o una pichonera y resulta que apenas está terminando de pagar los intereses de ese nefasto crédito, y por si fuera poco, el valor adquisitivo del crédito o apartamento que compró ya dobló su costo o hasta más.

Sea pues. Vale.