EL RITMO DE LA VIDA: Navidad, un alto en el camino

Por Pepe Reyna

20 / Diciembre / 2018

Conforme transcurre el mes de diciembre se apodera de uno, cada vez más, el ambiente navideño, el espíritu de la Noche Buena y la magia del día siguiente. Es la oportunidad que Dios nos da de llegar a ser bondadosos y solidarios con todo el mundo, aunque sea por horas, aunque luego volvamos a ser el lobo feroz de los demás lobos en manada una vez que se dejan atrás estas fechas santas envueltas en alegría y festejos para unos y de melancolía para otros.

Noche Buena, Navidad y enseguida la despedida del año viejo y la bienvenida al año que sigue, sólo significan un alto en el camino y la oportunidad de darse la mano con el vecino, con la vecina, con el amigo y la amiga, con el familiar cercano y en la mente con el pariente alejado por motivos que no faltan. Un alto en el camino por el disfrute de un período vacacional que pasa más rápido que agua de río, que el segundero del reloj. Y nos felicitamos uno a otro y olvidamos agravios que luego han de revivir quizá con mayor fuerza.

Si los juramentos y las buenas intenciones de esos días de paz y amor, dizque de borrón y cuenta nueva perdurarán, otro sería el mundo, tal vez mejor que el de ahora, quizá no tan bueno como se piensa, ya que entre el bien y el mal, entre la bondad y la maldad, entre lo negro y lo blanco, parece darle a este planeta el necesario equilibrio para que continúe flotando en el espacio infinito.

Haría falta seguir atacando para que no te ataquen, desconfiando para que no te engañen, vociferar para que no te humillen, mostrar la amenaza de tus dientes para que no te consideren débil y abusen de ti. En Nayarit cumplimos debidamente con esta estrategia de supervivencia, unos contra otros como auténticos mexicanos de acá de este lado, grilleros como ningún otro pueblo en el país- así lo acabo de leer en alguna parte donde a los nayaritas se nos coloca en el nivel de entre perros y gatos-, además de habitar un estado pobre e ignorado, sin más futuro que seguir envidiando al resto del país, a las grandes ciudades limpias y avanzadas de otros lugares de México y del mundo y, para colmo de los colmos, la entidad más corrupta y con mayor cantidad de gente aprovechada y manilarga.

Pero, en fin, viene la Navidad, el Año Nuevo, y al voltear la hoja del tiempo volveremos a encontrar los problemas que dejamos en el compás de espera durante la segunda mitad de diciembre. Problemas económicos, sobre todo, con la maldita falta de dinero en todo lo que es el sector público, en lo que debería ser una Universidad pujante, con amenazas de paros y de huelga, con trabajadores empobrecidos y casi casi ya sin ilusiones, con un sector estudiantil que vive actualmente con el temor de un cierre definitivo de su centro de estudios.

Viene la Navidad, viene un Año Nuevo, pero temo que sólo será un alto breve en el camino para poder olvidarnos por algunos días, por algunas horas, de tanto padecimiento que parece no tener fin; de tanta grilla que nos ha lanzado a la mala fama como tal, de tanta negatividad que ya parecemos un pueblo embrujado, de un pueblo con mala vibra, desde hace ya un largo tiempo para acá, no de ahora, pero con la esperanza de que las cosas cambien con el arribo de un nuevo régimen federal que ofrece y nos alienta.

En fin, dejemos a un lado el pesimismo, olvidémenos de tanto desmother, y con una mejor mentalidad digámonos: Feliz Navidad, Feliz Año Nuevo, y que la felicidad esté para siempre con nosotros y no solamente por dos o tres días del año. Abrazo fuerte para todos y...¡salud!