EL RITMO DE LA VIDA: Buena medida la de escuchar a la gente

Por Pepe Reyna

26 / Abril / 2022

Independientemente de la importancia que tiene o no la construcción de un estadio de béisbol en Tepic- regalo del gobierno federal a la capital nayarita-, hizo bien el gobernador Miguel Ángel Navarro Quintero en escuchar a grupos ambientalistas que venían oponiéndose a la realización de dicha obra en terreno elegido desde hace algún tiempo para zona arbolada y como pulmón de la naturaleza junto a la Alameda central y al Paseo de La Loma.

De la entrevista de los ambientalistas con el mandatario estatal surgió el acuerdo, avalado por este último, de mandar la construcción del estadio beisbolero a otro lugar de la ciudad y permitir que el llamado Parque de la Dignidad cumpla con la parte que le corresponde en la purificación de toda esa zona cercana al Cerro de San Juan, convertido ahora en lugar intocable para abusivos excavadores y para fraccionadores centaveros. Si el gobernante hubiera sido un persona autoritaria le hubieran valido mother las protestas de los amigos de la naturaleza con tan solo haber impuesto, a lo arbitrario, la edificación en ese lugar de un estadio que llegará a ser orgullo de la capital del estado, pero meditado, de manera conveniente.

Sin embargo, hubo acuerdo del bueno, sin necesidad de encuestas o de manifestaciones en la vía pública, tal como ocurrió tiempo atrás en dos ocasiones: una, cuando el entonces presidente municipal José Félix Torres Haro suspendió de un día para otro una obra de grandes alcances viales en la avenida Insurgentes, precisamente en la zona donde Ney González derribó los viejos estadios de béisbol y de futbol, ante la exigencia de algunos sectores de que ese dinero que se gastaría fuera utilizado en la solución de la falta de agua potable en la ciudad, cosa que aún persiste y sin que Torres Haro hubiera realizado su monumental obra vial. El ex alcalde había rodeado con cercos de madera todo el espacio que ocuparían esos trabajos, sólo para amanecer el siguiente día con la noticia de que siempre no se llevarían a cabo.

La segunda vez, cuando el ex gobernador Antonio Echevarría García tuvo que dar marcha atrás con la modernización de la avenida Jacarandas, en la colonia San Juan, una obra que no solamente hubiera embellecido esa importante arteria, sino que aquello se hubiera convertido en una zona turística de importancia y con la instalación de atractivos restaurantes, centros nocturnos y grandes comercios , además de pavimentación de primer mundo y bellos camellones con nuevas palmeras y hermosas jacarandas.

Fue en los años 40, si mal no recuerdo, cuando el gobierno estatal de entonces vio la necesidad de ampliar las muy estrechas y poco funcionales calles México y Allende, a lo cual se opusieron de manera feroz los ocupantes de las viviendas y comercios que resultarían afectados.

Hubo desobediencia en grande por parte de la población amenazada con el desalojo, lo que obligó a las autoridades a aprovechar las sombras de la noche y la madrugada para enviar la maquinaria suficiente y arremeter con las fincas que fueron derribadas en un dos por tres, entre la gente que despertaba aterrorizada y era testigo de cómo eran arrasadas sus pertenencias.

El resultado de todo aquello fue la modernización de ambas calles que fueron convertidas en las avenidas de que ahora disfrutamos los tepicenses. Cosa parecida, aunque sin violencia, se hizo años después cuando el entonces gobernador Rogelio Flores Curiel, a punto de terminar sus años de administración, le dejó pagada a su sucesor, Emilio M. González, la ampliación de la calle Victoria, en ese tiempo un callejón horrible y oscuro. Otra cosa sucedió con otras administraciones que mejoraron la hoy avenida P. Sánchez y la Juárez.

Al ex alcalde José de Jesús Hernández Guillén le tocó la construcción del boulevard que se localiza frente a la Central Camionera, y al antes citado Flores Curiel el inicio de las obras de construcción del boulevard Insurgentes poniente, localizado entre la avenida Jacarandas y la salida a Mazatlán.

Hubo también alguna que otra ocurrencia frenada por ambientalistas y pueblo en general, como la que pretendía el gobierno robertista de mandar instalar ¡una Montaña Rusa! en el Paseo de La Loma, atrás del Lienzo Charro Francisco García Montero, con el derribo de una gran cantidad de árboles de una amplia zona. El escándalo que se hizo a través de los medios de comunicación sobre dicho proyecto, dio lugar a que la idea fuera desechada de inmediato. Hubiera seguido, y desde mucho tiempo atrás, el camino de la Montaña Rusa de la ciudad de México, que acaba de ser retirada del Bosque de Chapultepec.

Ahora bien, de que Tepic necesita de un buen estadio de béisbol y otro de futbol que sea el adecuado a las necesidades de la afición local, no el lejano e inservible que Ney mandó construir en Camichín de Jauja, ni quien lo dude. Es hora de que los ambientalistas pongan también algo de su parte y que le permitan al gobernador Navarro Quintero cumplir con una promesa de campaña más, muy independiente del buen acuerdo que se tuvo con el ahora famoso Parque de la Dignidad. ¿Okey?