LA HISTORIA DEL MOLAIKAS EN SANTIAGO, A UN MES DE SU SENTIDO FALLECIMIENTO

06 / Julio / 2022

José María Castañeda

Me parece increíble la forma en la que pasa el tiempo, luego que parece que fue ayer cuando todavía me comunicaba con mi entrañable amigo Miguel López Alanis, conocido ampliamente como el Molaikas, quien en el mes de agosto cumplirá un año de su partida de este mundo terrenal.

Al Molaikas, lo conocí cuando con 80 kilos menos procedente del coquero poblado de Tuxpan, llegó a trabajar al taller de bicicletas que en el barrio de los Pingüicas tenía el también Tuxpense quien por aquellos años fue favorecido por la diosa fortuna con dos premios espaciados, ambos por la suma de medio millón de pesos cuando el dinero valía, hago esta anécdota para dar a conocer cómo es que López Alanis, arribó a esta tierra de chuchos bichis, Molaikas ya traía la vena artística, ya que de inmediato a sabiendas de que tocaba el requinto en forma magistral, y que además componía canciones, muchas de ellas dedicadas a sus amigos, de inmediato tuvo un grupo de seguidores que lo acompañaban a dar serenata a agraciadas jovencitas de la comuna y de algunas rancherías cercanas.

Entre otras canciones Molaikas le compuso una canción a una bella joven de la colonia Cuauhtémoc, misma que con el paso de los años la convirtió en su esposa. Ahí nació la canción del Vago la cual por su aspecto le quedaba perfectamente, además de que en una de las estrofas de la letra dice /que soy un vago y de mendigo me critican,/ y estrictamente te prohíben mi querer/no soy un vago lo que dicen es mentira sienten envidia porque tengo tu querer/la canción antes referida fue adoptada como propia por todos los vagos que nos sentíamos en aquellos años de la época del rock and roll, y del nacimiento de la marihuana en aquellos conciertos masivos, Al paso de los años Molaikas abandono el taller de Miguel Cortés, y puso un pequeño taller en la casa de mi abuela Juana, aquí en la Avenida Amado Nervo, donde docenas de jóvenes cuyos nombres omito para no dañar la memoria de muchos que ya han fallecido pero que después de las 7 de la noche la cita era obligada/ en el citado taller porque era la hora de la bohemia.

Era la hora de ensayar las canciones de moda para entonarlas de manera en las serenatas a las que acostumbraban ir, Yo por aquellos años con apenas 10 0 11 años de edad mi abuela no me permitía acompañarlos, pero mientras que duraban los ensayos me convertía sintiéndome importante en el encargado de efectuar los mandados, yendo a las tiendas cercanas a comprar refrescos cigarros y demás, ahí uno de los integrantes del grupo al que apodaban el Flaco Medina, quien a la postre se convirtió en cuñado del Molaikas, este dada la vastedad de cauques que arrastrados por la corriente del río, eran pescados en los espolones del río Santiago, ahí el Flaco compuso la canción del cauquito, la cual en ritmo de cumbia tuvo mucha aceptación entre los jóvenes de aquella época, el Flaco quien tuvo el oficio de ladrillero al paso de los años, como muchos jóvenes se fue al norte a donde se llevó a su familia, muriendo en un trágico accidente automovilístico, está breve semblanza de la vida del Molaikas, seguiré publicándola en posteriores ediciones, comentándoles como inició primeramente el Trio los Olímpicos, y de manera posterior el Dueto los Molaikas integrado por Miguel y Gil Nava, además de otras anécdotas que sucedieron en aquellas añoradas Serenatas, espero no aburrirlos.