EL RITMO DE LA VIDA: ¿Qué pasó con el termómetro de la pandemia? Hace falta

Por Pepe Reyna

12 / Julio / 2022

Cuando aún no se inventaba la vacuna contra el Covid 19 y vivíamos tiempos de terror a causa no solamente del amenazante mal sino también de sus terribles consecuencias- decesos al por mayor, hospitales llenos de víctimas de la enfermedad, cifras de contagiados que en la calle representaban un riesgo constante para todo mundo-había una especie de termómetro que nos iba indicando lo grave del asunto y las esperanzas que brotaban de que el bicho se alejara o descendiera.

Dicho termómetro era la información diaria que presentaban los gobiernos y las autoridades sanitarias a través de los distintos medios de comunicación, diariamente, sin faltar los datos de cómo se iba presentando la enfermedad.

No había persona que no esperara con ansia el informe a través de la televisión, de la radio y de la prensa escrita. Andale- decía la gente- prende ya la tele porque no tardan en dar el informe sobre el Covid. Y la gente pegada al aparato, en espera de la noticia desalentadora o la que prometía la solución que tardaba en llegar.

Todas las demás noticias sobre temas diversos pasaban desapercibidas- la política electoral, el accidente en la carretera, los asesinatos-, lo importante era saber cómo se comportaba el Covid 19, quién o quiénes habían fallecido a causa de esa desgracia, y de un día para otro aumentaba la de malas o surgía la esperanza.

Todo esto fue suficiente para que los seres humanos tomaran medidas desesperadas como el encierro en casa, el uso del cubrebocas, del gel, y por parte de las autoridades competentes la suspensión de actividades en las tiendas, los templos, los cines, las escuelas, las oficinas públicas, etc, sin el abrazo ya al amigo o a la amiga, sin el besito en el cachete, sin el encuentro amistoso en la vía pública, y con la multiplicación de medidas a bordo del camión, de la combi, del taxi.

Esto fue algo tan parecido a lo sucedido en Tepic años atrás con las balaceras que se pusieron de moda; los medios de comunicación adquirieron entonces gran fuerza, ya que la gente se pegaba a la tele, a la radio, al periódico para saber dónde hubo agresiones, tiroteos, muertos, sin mostrar el menor interés por otro tipo de información.

Llegó el momento en que se acabó la violencia, así de pronto, y los medios de comunicación perdieron la atención de la gente. Igual como sucede ahora con la casi desaparición de la pandemia. La tele, la radio y la prensa escrita dejaron de publicar boletines al respecto, ya no se sabe si los contagios se acabaron o si el bicho ha dado una tregua.

Ya nadie se cuida por la falta de ese termómetro de cómo va la enfermedad que ya no aparece en los medios electrónicos y escritos. Los noticieros al respecto pasan desapercibidos, acaso para abundar en algún chisme del momento, pero ya no esperando la hora en que debería pasar el informe de las autoridades sanitarias.

Lo malo de esta situación desinformativa es que la población carece de la noticia diaria sobre cómo va el contagio, precisamente en estos días en que se tiene rebrote y del que ya no hay para qué cuidarse si la nota del día ya no es si la pandemia está volviendo a subir, para poder cuidarse, o si está descendiendo a números muy bajos para relajarse. Hay información en el sentido de que los casos de Covid están aumentando en estos días de julio, pero si las autoridades ya nada dicen de ello es que el mal sigue existiendo, pero no para hacerla de tos.

Ojalá que las cosas mejoren de aquí al mes de octubre en que se afirma que el contagio dejará de hacerse notar, pero de que el termómetro de la información hace falta para poder mantener alerta a la gente, o despreocupada ya si se quiere, en verdad que sí hace falta, como en el caso de las balaceras que en realidad no se supo cómo y cuando acabaron.

Otra cosa, si el Covid 19 llegara a convertirse en cosa común y corriente, al igual como otros males con los que ahora conviven los seres humanos, entonces sí podríamos dejar en paz y para siempre el termómetro del caso, no mientras tanto.