Fe y esperanza a la Virgen Guadalupana

Por Brígido Ramírez Guillén

15 / Diciembre / 2022

Cuantos años han pasado desde el último día que visite con todo fervor y devoción el santuario de nuestra señora de Guadalupe y todavía siente mi ser estar viviendo su presencia plena de gracia, como cuando postrado ante su altar acudí a ella con fe y esperanza a pedirle de todo corazón su intervención para acabar con la pesadilla de sufrir una cadena de accidentes a lo largo de mi existencia.

Más de veinticinco casos automovilísticos con una estela de mal augurio que repercutía seriamente con el tiempo y me ponían en peligro constante.

Iniciaba como Jefe de prensa en el gobierno de Roberto Gómez Reyes y el primer día de una gira de trabajo, viajando en una camioneta con chofer del Banco de Crédito Ejidal, inexperto de salió de la carretera para irse a estrellar contra un paredón, en el que sufrí nueve fracturas en el cuerpo.

En otra ocasión, acompañando al director de un periódico y a su publicista, en un Volkswagen, nos fuimos a un barranco, provocándose un incendio, que por fortuna solo golpes recibimos al librarnos del fuego.

No podía abordar un vehículo sin que ocurriera un percance, un choque contra un ser moviente en la cinta asfáltica o contra otro carro; o se ponchara alguna llanta o se acabara, en otra ocasión, la gasolina en pleno viaje.

Una vez al ir en un autobús de pasajeros, en un crucero carretero, el chofer trato a una desviación, produciendo un encontronazo contra un taxi, resultado tres muertos y un herido grave.

Un día nos tocó ir a la sierra con destino a la Mesa del Nayar, cuando en pleno vuelo de un avión que fuera de la Segunda Guerra Mundial, se pararon los motores y ya iba descendiendo la nave sin control y a punto de irse al fondo de un profundo reliz y chocar contra árboles y rocas y a no ser porque el piloto corrigió la falla en pleno vuelo, de acabarse el gas y usar el tanque de emergencia, hubiera ocurrido lo peor, llegando a feliz término.

En una ocasión el gobernador comisiono a un funcionario a inaugurar una pista aérea en Santiago Ixcuintla, más esa persona se negó a cumplir el encargo porque yo como Jefe de Prensa lo acompañaría debido a mis muchos accidentes

El Jefe del Ejecutivo tenía que visitar la sierra y como yo iba en el avión ya acomodado en el asiento, el piloto no pudo echar a andar la nave porque no se encendía, hasta que me baje y deje el lugar a otro funcionario.

Fueron más de 25 accidentes entre graves y otros de poca consideración, pero la sombra del mal me acompañaba al abordar alguna unidad.

Fue entonces que decidí ir a la Ciudad de México, visitar la basílica de Guadalupe y pedirle a la Virgencita que me cubriera con su manto y acabar con esos lamentables accidentes.

Mi fe, que siempre acompañó a mis feriantes oraciones ante el altar de Santa María de Guadalupe, vieron fin a la cadena que pesara sobre mis hombros y ahora que veo el peregrinar de miles y miles de fieles de todo el territorio nacional, me mueven mis sentimientos para abrir el corazón y sumarme a ellos en la entrega de sus agradecimientos por los milagros y beneficios recibidos.

Al recordar la aparición de la virgen María en el cerro del Tepeyac y dejar plasmada su imagen en el ayate del indio, Juan Diego fue revivir su cariño y amor al pueblo de México y paternizar siempre sus palabras de aliento, ¿no estoy aquí que soy tu madre? Presencia palpable este 12 de diciembre


Hasta la próxima