Líneas: Esa tranza interminable de los intereses bancarios

Por: José Ma. Narváez Ramírez.

19 / Octubre / 2012

Se hizo la faramalla de combatir y tratar de exterminar a los abominables agiotistas que vienen haciendo la competencia desleal a los banqueros oficiales que roban a manos llenas a los –en su mayoría- pobres que necesitan (forzados por la necesidad de pagar sus deudas) un monto de dinero que no pueden obtener por otra vía y caen en la garras de estas instituciones LEGALES de crédito. Y fue el Congreso el que salió encabezando esta guerra a muerte contra los prestadores clandestinos que abusan de todo aquél que les solicita sus servicios y no le paga al Gobierno –léase Hacienda- un diezmo.

Y así vemos desfilar por los Bancos a personas antes serias y honradas, que lograban pagar sus adeudos puntualmente, hoy en calidad de limosneros solicitando ampliaciones de pago y consideraciones a aquellos implacables dueños de los grandes capitales amasados principalmente con el dinero de los más explotados, exigiendo cubrir los intereses –que no la deuda, porque no pueden abonar a ella- en plazos ya vencidos y cargando con nuevos recargos.

Las letras pequeñitas en los contratos leoninos, dicen lo que nadie se atreve a leer, no porque no sepa, sino porque si las leyera no se animaría a firmar y estampar su huella, comprometiéndose a un pago imposible. Salvo en el caso misión imposible de atinarle al Melate o a la Lotería –también plagada de tranzas- Por algo el mismo pueblo la llama el impuesto del pendejo

No contentos con esto, nada más falla el deudor con una mensualidad y es acribillado en su teléfono desde temprana hora instándolo a que cumpla con su adeudo o en su defecto que –cuando menos- pague los intereses acumulados. Menos mal que ya no utilizan el lenguaje soez de otros tiempos, y recuerdan el pago atrasado en forma caballerosa, pero no deja de convertirse en traumática para quien la recibe, o para los miembros de la familia que tienen la desafortunada suerte de contestar las llamadas de los cobrones.

El deudor interpone como excusa una y otra vez que no gana lo suficiente para cubrir ese abusivo cobro, que no le pagan un salario decoroso o que se quedó sin chamba pero que en cuanto consiga otra, se pondrá al corriente. Esa fecha está lejana o es una quimera porque no hay fuentes de trabajo y en ellas la paga es miserable.

Estas abultadas listas de deudores, las encabezan los periodistas, que ya traen acatarrados a sus parientes y amigos con insistentes préstamos que no tienen para cuando cubrir, y éstos también cojean de la misma pata porque es el cuento del nunca acabar, solicitando primero el asesoramiento de El Barzón o de abogados cuates que les enseñen la forma de eludir o de estirar los plazos, al grado de solicitar al propio Banco que busque la manera de adecuar dicha deuda al máximo, aunque sigan ascendiendo los intereses. El gobierno del estado se hace el occiso en lo que se refiere a ayudarlos No entendemos el por qué.

Hay casos en que los pensionados del ISSSTE no reciben un céntimo de lo asignado porque el Banco se queda con todo al intervenir su tarjeta, y además le carga intereses a la tarjeta de débito. ¡Hágame usted el favor! ¿De donde carajos va a sacar la víctima, dinero para cubrir esos adeudos leoninos? ¿Y cómo cree usted que le hace para comer o llevar el sustento a su familia?

La solución ya la puso el presidente Calderón al ordenar bajar los cobros por consumo de energía eléctrica a los usuarios De la misma forma debe de ordenar a la iniciativa privada que le baje a la explotación de los pobres deudores y les cargue el mínimo de intereses, porque de otra manera se verá inmersa en un mundo de cuentas incobrables o deudas de clientes morosos.

ControlSeñores Control El mexicano no tiene por costumbre eludir los pagos de las cuentas que adquiere –y la prueba está en las que surgen en las tiendas reinas de las ofertas del día- lo que pasa es que no le dejan margen de ahorro para pagarles pero eso sí, se convierten en drogueros ahuevoluntarios, candidatos al juicio de embargo y amenaza de encarcelamiento Otra vez, NO SE VALE

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