Queremos un cambio, pero no queremos cambiar

Enrique Vázquez Coronel

15 / Enero / 2013

Al iniciar el año, los propósitos de cambio son un obligado, planteamos una interminable lista de propósitos para llevar a cabo, nos sentimos orgullosos y convencidos de que este año no será como los otros y que esta vez lograremos todos nuestros objetivos, al final pocas veces completamos siquiera la mitad de lo pensado. Si bien para muchas personas esta costumbre no es importante, será importante no perder de vista los propósitos que nuestra clase política elaboró y plasmó en el Pacto por México. Con sus diferencias y aunque la comparación pudiera parecer absurda, el concepto es el mismo, el pacto es una lista de objetivos que regirán la agenda política de este año, y esperemos los restantes del sexenio de Enrique Peña Nieto, pero ¿será que estos objetivos están destinados al fracaso?.

Si tratamos de buscar una razón del porqué los propósitos de año nuevo rara vez se cumplen, encontraremos múltiples respuestas, pero a mi parecer la más importante es que queremos y exigimos que las cosas cambien, pero nosotros mismos nos negamos a cambiar, ante la menor perturbación de nuestra rutina, soltamos sin menor reparo reprimendas en contra de quien osó, alterar nuestra existencia.
Una cosa es clara, los cambios que conllevan las reformas son necesarios, aún y si nos perjudican un poco en lo individual. En el tema monetario, por ejemplo, ¿cómo podemos esperar mayor inversión pública en infraestructura, en servicios de salud, en programas sociales o en desarrollo cultural? Si las contribuciones que recibe al Estado no aumentan. Pudiéramos argumentar que no son necesarios más recursos sino un mejor manejo de los que ya se aportan, pero esto no es del todo cierto, puesto que en realidad el monto que se recauda de impuestos no es ni remotamente suficiente para sustentar al país, de no ser por las ganancias petroleras estaríamos en la ruina.

Lo cierto es que, es necesaria una mayor fiscalización de los recursos que ejerce el gobierno, en todos sus niveles, pero a final de cuentas es nuestra responsabilidad como ciudadanos dar seguimiento al uso de los recursos, puesto que participar y exigir la rendición de cuentas de nuestros representantes es nuestra obligación, la cual lamentablemente muchas veces olvidamos, los malos manejos son sólo frutos de la pasividad del ciudadano.

Si bien el tema de la recaudación tributaria está en los reflectores, puesto que es la llave para la mayoría de los planteamientos del Pacto por México, la negativa al cambio, aunque con diferentes motivos, se da en todos los casos. La restructuración del sistema educativo mexicano, por ejemplo, es otro aspecto indispensable para cambiar al país, sin embargo trascendió recientemente que más de un millón de amparos ya habían sido tramitados en contra de la reforma educativa. Ante la constante incitación de los opositores a la reforma, los maestros se sienten amenazados, aunque en realidad los únicos afectados son los incitadores, los buenos maestros, baluartes de la educación en México, se oponen pues tienen dudas respecto de las consecuencias de la reforma, quizá en este caso bastaría el contacto del gobierno directamente con los maestros, para informarles la realidad de la reforma y no las tergiversaciones que seguramente les transmite el sindicato, un foro de discusión abierto pareciera buena idea, ya veremos cuál será el próximo paso del gobierno de Enrique Peña Nieto, pero una cosa es segura, el gobierno de la República y la clase política, están poniendo su parte para transformar a México, ¿no sería justo que pusiéramos la nuestra?.
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