EL IV PODER

*Las redes sociales, arma de dos filos

*Urge se legisle el uso de internet para evitar abusos

*Zarco, la era cibernética y la pulverización de la vida privada

Por: Juan Fregoso

12 / Febrero / 2013

Es evidente que la llegada del internet vino a revolucionar nuestra vida social en todos sus aspectos. Por supuesto que el uso de un ordenador se ha constituido en una herramienta imprescindible de trabajo, ya no se puede concebir la vida sin el uso casi obligatorio de este instrumento utilizado prácticamente en todas nuestras actividades, incluso aquellos que no saben manejar una computadora son considerados unos analfabetos en toda la extensión de la palabra, tal es el poder que ha generado el advenimiento del internet.

Las ventajas que éste presenta desde luego que son muchas, tantas que huelga mencionarlas todas, por lo que es suficiente destacar el acercamiento en segundos con nuestras familias o con los amigos mediante una simple operación manual, pues basta con tener un correo electrónico para entablar un diálogo virtual con nuestros interlocutores por lejos que se encuentren, podemos decir entonces que esta herramienta es maravillosa en una visión optimista.

Pero las redes sociales son un arma de dos filos, ciertamente nos ayudan a sostener una comunicación rápida como el rayo; nos evitan emprender un largo y costoso viaje para ponernos en contacto con nuestros semejantes, podemos leer los periódicos antes de que salgan al público, podemos escuchar música y ver fragmentos de películas o telenovelas completas y un sin fin de cosas que con anterioridad nos resultaba imposible. Hoy con el simple hecho de saber teclear una computadora logramos transmitir nuestro pensamiento a quienes nos dirigimos y éstos con nosotros, así de sencillo.

Esta podría ser la cara positiva del mundo digital, pero el problema nace cuando a través de las llamadas redes sociales deslizamos imprudentemente datos personales, que sólo nos pertenecen—o nos pertenecían—solamente a nosotros. Sin profundizar mucho, creo que este es el meollo del asunto, ya que todo lo que subamos es visto por cualquier persona y a veces revelamos datos verdaderamente íntimos que a la postre se nos pueden revertir.
Pero lo peor, es que mientras no contemos con una normatividad jurídica en este rubro, difícilmente podremos reclamar algún abuso que cometa algún usuario en contra nuestra, lo digo en otra forma, las redes sociales como facebook y yahoo, por citar tan sólo dos ejemplos, invaden ineludiblemente nuestra vida privada y violenta la libertad de expresión consagrada en el artículo 6º constitucional, en otras palabras, el mundo cibernético ha pulverizado esa sagrada libertad del ser humano, por la que tanto pugnó el ilustre constituyente Francisco Zarco

Las redes sociales llegaron a trastocar toda nuestra vida, por eso es imprescindible que se legisle en esta materia, antes de que sea demasiado tarde. Es importante señalar que en otros países muchas personas ya se han visto afectadas seriamente por el uso irracional de estos instrumentos, que empleados adecuadamente son de gran de utilidad, pero el asunto se torna peligroso cuando se cae en el abuso, en el exceso, en el cinismo, porque incluso la información digital no se limita al intercambio de ideas sanas, sino hasta se profieren públicamente palabras de altos decibeles que quedarán allí para siempre en menoscabo de la reputación del usuario.

A través de internet podemos vender y comprar ciertos artículos que no hay en la localidad en que vivimos, pero también podemos encontrar a nuestra media naranja que no hemos podido hallar—porque no la buscamos—en nuestro medio. Los servicios que ofrecen las redes sociales son tan variados, que en sus páginas web podemos encontrar hasta mujeres que venden sus favores a un módico precio, y las hay para todos los gustos y sabores; jovencitas y maduritas exhiben su generosa anatomía para llamar la atención, por supuesto, para venderse a quien le llegue al precio.

A estas trabajadoras sexuales no les importa en lo más mínimo mostrarse, en no pocas ocasiones, como Dios las trajo al mundo, supongo que no tienen un ápice de dignidad y si la tienen poco les interesa, porque lo que pretenden es usar el mercado virtual para venderse. La pornografía por excelencia, también está al alcance no solamente de personas mayores, sino de los niños que echan mano del internet para realizar sus tareas escolares, pero más de alguno se deleita contemplando escenas candentes de sexo, mientras que los padres ni nos damos por enterados, tal vez si fuéramos más cuidadosos de nuestros hijos, esto no pasaría. Lamentablemente esta es una parte de una brutal realidad que llegó por la vía del internet, que vino a arrebatarnos la intimidad, la privacidad, de ahí la necesidad de que los diputados tienen la gran responsabilidad de adaptar el marco jurídico en todo lo que se refiere a redes sociales, se debe hacer por salud del cuerpo social, tan deshecho de por sí.

Lo que a continuación señala esta columna pareciera una digresión, un desfasamiento del tema que se aborda, sobre todo, porque se recurre al pensamiento de Francisco Zarco, uno de los constituyentes más preclaros de su tiempo. Se dirá, entonces, qué tiene que ver Zarco en este asunto, pienso que mucho, principalmente si analizamos las coordenadas de su pensamiento.

Electo diputado por Durango, su tierra natal, Zarco fue, sin duda, el representante popular que trabajó con mayor ahínco y denuedo, con más firmeza y devoción por su tarea legislativa. En 1856, Francisco Zarco, férreo defensor de la libertad de expresión y de imprenta, pronunció estas nada despreciables palabras: Veamos cuáles son las restricciones que impone el artículo sexto. Después de descender a pormenores reglamentarios y que tocan a las leyes orgánicas o secundarias, establece como límites de la libertad de imprenta el respeto a la vida privada, a la moral y a la paz pública. A primera vista esto parece justo y racional; pero artículos semejantes hemos tenido en casi todas nuestras constituciones, de ellos se ha abusado escandalosamente, no ha habido libertad y los jueces y los funcionarios todos se han convertido en perseguidores.

Con ese ímpetu que lo caracterizó, Zarco soltó: ¡La vida privada! Todos deben respetar este santuario; pero cuando el escritor acusa a un ministro de haberse robado un millón de pesos al celebrar un contrato, cuando denuncia a un presidente de derrochar los fondos públicos, los fiscales y los jueces sostienen que cuando se trata de robo se ataca la vida privada y el escritor sucumbe a la arbitrariedad.

Este es el punto fino adonde pretende llegar esta columna, es decir, en el comportamiento arbitrario de las redes sociales, que se han entrometido en ese santuario que es la vida privada de las personas o de los usuarios, la vida privada única y exclusivamente nos pertenece a nosotros, a nadie más, ¿por qué entonces permitir y hasta nos prestamos a exhibirla sin rubor alguno? ¿Lo hacemos consciente o inconscientemente?, comoquiera que sea el uso de internet debe ser regulado por la ley, no es posible seguir tolerando tantos abusos o arbitrariedades como bien señaló en su tiempo, Francisco Zarco, aunque se diga que vivimos otros tiempos, los tiempos de la era digital, hay valores que deben seguir rigiendo nuestra conducta si no queremos caer en un abismo sin retorno.