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08 / Marzo / 2013
Por Edmundo Virgen
La primera celebración del Día Internacional de la Mujer, fue establecida en 1910, para rendir tributo y homenaje a todas aquellas mujeres que tuvieron que luchar por sus derechos sociales y laborales, llegando incluso a pagar con sus vidas las imposiciones de la desigualdad frente a los hombres, fue celebrada por primera vez en el año 1911.
La Constitución Mexicana reconoce la igualdad entre hombres y mujeres; el artículo 4º, de nuestra Constitución, expresa que las mujeres y los hombres son iguales.
No podemos negar que contamos con un marco jurídico sumamente favorable para los derechos de las mujeres, sin embargo, el contexto de impunidad, corrupción y debilidad de las instituciones responsables de implementar las leyes en materia de igualdad de género y no discriminación, así como la falta de voluntad política de autoridades en todos los niveles de la administración pública han ocasionado que el marco jurídico vigente sea, para la mayoría de las mujeres, tan sólo letra muerta.
En el origen de la discriminación late una cultura machista inaceptable, a lo largo de la historia, las mujeres han sido reiteradamente invisibilizadas, a pesar de ser pieza clave en el desarrollo económico, político, social y cultural de la sociedad.
Algunas formas de discriminación son el acoso sexual, las desigualdades en la esfera del trabajo, en la política y en la economía, la explotación publicitaria por los medios de comunicación, que las tratan como objeto, o las dificultades de conciliar la vida laboral con las responsabilidades familiares, o con la maternidad.
Conmemorar una fecha tan importante como esta, no debe de quedarse sólo en un acto protocolario, sino en un quehacer diario, que motive principalmente a todas las personas a luchar sin descanso por los derechos de las mujeres.