DICHO POR ROCHA: Palabras chispeantes

José Guadalupe Rocha Esparza

12 / Marzo / 2013

En marzo de 1947, el Presidente Miguel Alemán y los líderes del Sindicato de Trabajadores Petroleros se reunieron a comer para limar asperezas por el fallido emplazamiento a huelga, demandando aumentos. Vinieron los brindis. Pero si nomás lo estábamos calando, Señor Presidente. Y veracruzanamente responde: Pues ya me calaron, hijos de la chingada.

Esta frase brutal, agresiva, breve, chispeante que pronunciamos cuando la cólera nos lleva a exaltar nuestra condición de mexicanos, está cargada de ira y electricidad, cual disparo o explosión, haciéndola vibrar como un arma afilada, palabras prohibidas que como hijos de la Malinche nos refleja Octavio Paz en su galardonada obra El laberinto de la soledad (1950).

La Chingada es la violenta burla, la sarcástica humillación de la Madre violada, asociada a la Conquista, que simboliza la entrega de las indias, fascinadas, violadas o seducidas por los españoles, grito que nos desnuda y revela esa llaga por renegar de nuestro origen híbrido. Y luego una cauda de palabras: chingar, chingadera, chingón, chingarse, chinga o se chingó.