DICHO POR ROCHA

José Guadalupe Rocha Esparza

13 / Marzo / 2013

En nuestro lenguaje diario hay un grupo de palabras prohibidas, secretas y de innumerables significados. Basta un cambio de tono, una inflexión apenas, para que el sentido varíe. Hay tantos matices como entonaciones, tantos significados como sentimientos, malignos, ágiles o pícaros. La palabra habita al hombre y éste es habitado por ella. ¡Todo son palabras!

Puñal, objeto de acero filoso, brillante y sólido, forjado en Toledo, con mango de oro y el escudo de la familia, ha sido considerada expresión homofóbica según la SCJN, insultante para la comunidad L.G.B.T. y enlistada por el CONAPRED como discriminatoria. ¿Entonces qué hacer con todos los incontables términos utilizados para nombrar a los cacorros?

Basta citar sólo unas cuántas muestras de nuestro léxico mexicano: cuarentaiuno, lilo, ninfo, daga, cuchumbo, fileno, cuina, bardaje, bujarrón, amadamado, choto, liso, hielo, yulolón, canco, etcétera. ¿Será también discriminatorio llamar a las personas por su alias, seudónimo, apodo, nombre hipocorístico o artístico? ¿Y si lo llamamos La Prieta Linda?