Con visión ciudadana: ¿Y así quieren ser tomados en serio?

Enrique Vázquez Coronel

18 / Abril / 2013

El problema con los normalistas en Guerrero tenía un claro vencedor, la reforma educativa tiene que continuar no puede haber otra manera, es justo y necesario que se de el cambio en la estructura educativa del país, las excusas y malos argumentos que presentan los normalistas jamás podrán resultar válidos para frenar una reforma en la que prácticamente yace la esperanza de un México mejor.

Una vez fijo lo anterior, es sencillamente irrisoria la conducta de los normalistas y es un patrón que tristemente han utilizado los radicales para justificar actos que de otra manera no serían sino delitos cometidos en perjuicio del pueblo. Trascendió hace algunos días que una vez más excusados en sus justas causas sociales, un grupo de 15 alumnos de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, intentaron tomar prestado un autobús de la central de autobuses, para poder dar a conocer su obra social, pero pequeña sorpresa se llevaron cuando en vez de encontrarse con pasajeros pasivos que desalojaran el autobús, los pasajeros opusieron resistencia a la que se sumaron las personas que se encontraban en la central y algunos taxistas, y pese a que los normalistas se encontraban armados con palos y piedras fueron detenidos en seco en su intento de tomar prestado el autobús.

Posteriormente los alumnos no contentos con haber cometido una tentativa de robo, amenazaron con acudir ante a la comisión estatal de derechos humanos, puesto que fueron insultados y golpeados, el victimario convencido en víctima, el ladrón pidiendo auxilio a la policía porque le robaron su arma, que ridículo y que patética actitud toman estas personas, que ante la menor traba en sus fechorías corren y levantan el estandarte de la represión gubernamental por favor, si son ladrones que se dedican a ordeñar autobuses para financiar sus actos delictivos poco distan de los cárteles de las drogas, está mal generalizar y decir que todos los normalistas en Guerrero comparten estas pésimas costumbres pero, todo parece indicar que es una constante en la gran mayoría de criminales sociales, sólo eso faltaba que acudieran ante los órganos de la justicia, que por cierto no reconocen, porque sus derechos fueron violados, ridículos.
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